2: Confinada

La bestia me lleva por un pasillo hasta un enorme salón iluminado y con decoraciones perfectamente exquisitas, para ser un imbécil sociópata, tiene muy buen gusto.

La rabia que se acrecentó, en un momento no permitido se disipo, no poniéndole atención al tema y escuchar como dictaba ordenes a sus sirvientes.

—Morgana, lleva a nuestra invitada de honor a su habitación y dale de comer, se ve algo hambrienta y cansada— Le ordena el alfa a una empleada que apareció al pie de la gran escalera de mármol.

—Si mi señor— Responde haciéndole una leve reverencia.

—Ve con ella, come y duérmete, mañana será un largo día— Informa la bestia para luego retirarse sin esperar alguna respuesta de mi parte.

—Acompáñeme señorita Walk— Dice la empleada señalando las escaleras para que la siga.

Por un momento una punzada eléctrica me recorre la columna y siento impulsos de correr para intentar escapar ahora que el monstruo no está cerca, pero algo me dice que sería inútil hacerlo porque debe haber seguridad en todos lados dado que la manada de los Bellatores se dedica a “servir y proteger”

En silencio sigo a la joven rubia escaleras arriba, pasamos al ala izquierda del castillo y atravesamos un largo pasillo hasta llegar a una enorme puerta doble de madera tallada con incrustaciones de piedra lunar.

—Señorita Walk, esta será su habitación, está justo al frente de la del alfa Blind— informa la joven al abrir la puerta para darme paso a la enorme recamará iluminada digna de una reina.

—Espera… ¿Por qué sabes mi nombre?— Pregunto confundida mientras me adentro en la habitación observando cada detalle de esta escrutadoramente. A pesar del torbellino de emociones que llevo dentro, no puedo evitar sentirme conquistada por la enorme habitación con su cama de madera de pino con dosel y cortinas de seda blanca, al final veo unas puertas de cristal que dan a un vestidor cargado de ropa que a simple vista se ve costosa y el gran balcón con vista al lago de Polaris.

—Todos en el reino Bellatore sabemos su nombre— Responde cordialmente.

—¿Y puedo saber por qué?— Inquiero despertando del trance encantador que causa la habitación.

—Lo siento señorita Walk, pero no tengo permitido darle ningún tipo de información… Es confidencial—Responde a media voz, en su rostro puedo percibir el miedo que le genera mi pregunta.

—Excelente… al parecer tu alfa sabe todo sobre mi y no puedo saber porque, hasta parece que planeó secuestrarme—

—Lo único que puedo decirle, es que a partir de hoy usted será la esclava de nuestro alfa— Declara frunciendo los labios mostrando pena por mí.

—¡No entiendo porque demonios me pasa esto a mí!— Exclamo llevándome ambas manos a la cabeza mientras que a la par de mis ojos espabilados esbozo una gran sonrisa de incredulidad —Todo esto es una atrocidad, no creo que pueda soportar el pasar el resto de mi vida confinada bajo pena de muerte por un Alfa enfermo de poder— Farfullo nerviosamente dejándome caer en la cama sin nada de fuerza en mi cuerpo.

—Señorita Walk, por favor conserve la calma— Suplica Morgana mientras intenta consolarme al acariciarme el cabello —Nuestro Alfa podrá ser duro a veces, pero es muy respetuoso y a mi parecer es un gran hombre en muchos aspectos, sé que cuando lo conozca se enamorará de él— Afirma.

—¡¿Cómo voy a enamorarme de la Bestia que destruyó mi hogar junto a todo lo que amaba?!— Bramo dejando salir las lágrimas con intensidad.

La empleada abrió su boca para responderme, pero fue interrumpida por otra empleada que se adentró en la habitación empujando un carrito de comida como si fuera un hotel.

—Señorita Walk, le traigo algo de cenar a petición del alfa— Informa destapando el platillo a escasos centímetros de mi cara.

—No tengo hambre, deseo que por favor me dejen sola— Exijo mientras me levanto de golpe y las empujó fuera de la habitación para finalmente cerrar de un portazo el cual deja un ruido sordo que retumba en la enorme habitación.

Al estar finalmente sola, las emociones se apoderan de mí; el dolor, la tristeza, la bruma, la ansiedad, la desesperación… son tantas que algunas de esas emociones no logro reconocerlas, solo sé que estoy devastada. Me doy la vuelta y apoyo la espalda a la puerta para luego escurrirme bruscamente hasta el suelo y una vez más empiezo a llorar y gritar por todo lo que siento.

Ya había perdido mucho antes de este desastre al nunca haber tenido un padre, pero a pesar de eso… jamás había perdido tanto como ahora. Perdí a Mamá, mi casa, mis cosas, mi mejor y único amigo, quizá morir sea lo mejor que me pudo haber pasado, ya no me queda nada más porque luchar más que por mí misma, pero no puedo luchar por mi alma rota que lentamente se oscurece como el ébano más puro.

(***)

Fuertes golpes secos tras mi espalda me hacen saltar, me he quedado dormida mientras lloraba sentada tras la puerta, me levanto a tropezones por el dolor que recorre mi columna y desciende hasta mi trasero, carraspeo la garganta porque siento un leve ardor en esta y finalmente pregunto.

—¿Quién es?— Inquiero suprimiendo un bostezo.

—¡Ábreme la puerta o tendré que tirarla!— Grita la bestia desde fuera.

—No quiero hacerlo, necesito estar sola— Farfullo exasperada.

—¡Que abras la m*****a puerta te digo!— Brama dándole fuertes puñetazos a la puerta.

En ese momento no sé si fue por la rudeza de su voz o por los fuertes golpes que depositó en la puerta, sea lo que sea me produjo un terror enorme y rompí en llanto al sentir pavor de que vaya a hacerme daño, así que me armo de valor a pesar de no poder contener las lágrimas y le abro la puerta. Al verme desmoronarme ante sus ojos la bestia solo se quedó observándome fijamente sin decir nada.

Al cabo de unos minutos se adentró en la habitación y luego cerró la puerta detrás de sí.

El odio que siento por él me hace llorar de cólera, de rabia y la ansiedad de estar en un lugar que no conozco, hace que el llanto sea más fuerte, subiéndole el ego de idiota que maneja.

—¿Por qué lloras?— Pregunta con voz áspera y una expresión de extrañeza en su rostro de recién levantado.

—¿Por qué no lo haría…?— Murmuro bajando la mirada hasta el suelo.

—Mírame y respóndeme, ¿Por qué lloras? — Exige sujetando mi mentón con sus dedos pulgar e índice para finalmente levantarme la cara obligándome a mirarlo.

—No sé por dónde empezar… ¿Será porque me tienes secuestrada? ¿Por qué destruiste mi hogar? ¿O porque tus mascotas seguro asesinaron a mi madre junto a Lucas y las otras personas que más me importaban en el mundo?— Respondo sacudiendo mi cabeza apartándola de su tacto.

Mis palabras le dan como arponazos en la yugular, causando en mi un dulce sabor a miel sobre la hiel que estoy viviendo.

—No tengo porque darte explicaciones de porque hago lo que hago… se trata de poder y nada más— Responde cruzándome de hombros con aires de superioridad.

—¡Estás enfermo!— Declaro fulminándolo con la mirada demostrándole mi desprecio.

—Cuida tus palabras o tendré que castigarte— Amenaza sonriente.

—Castígame, enciérrame, mátame si quieres, pero jamás seré tuya— Musito imitando su expresión sintiendo náuseas por su ego tan enfermizo.

—¿Qué tengo que hacer para que dejes de verme como el villano?— Pregunta sarcástico.

—Diles a tus hombres que me lleven a dónde dejaron el cadáver de mi madre y el de mi mejor amigo. Merecen al menos una sepultura decente— Exijo con firmeza.

—De hecho… no será necesario. Sabía que querrías pedirme algo así, por eso mandé a una cuadrilla en busca de tu madre y al príncipe Lucas. En unas horas vendrán para que puedas hacer tu maravilloso funeral o lo que sea que pienses hacer— dicta indiferente, dejándome el corazón hecho pedazos.

No es cualquier acto, es darle a mi madre y mi mejor amigo, la importancia y el valor que ella tenia para mí.

—Gracias... me alegra que al menos tengas las agallas para dejarme sepultar el cuerpo de mis seres queridos a pesar de que tú los mataste— Bramo entre sollozos iracundos.

—Bájame la voz, ni se te ocurra volver a gritarme— Exige acorralándome contra la pared.

—Mejor mátame… así te evitarás todas estas rabietas de niña malcriada que pide que todo sea como ella quiere— Respondo encarándolo.

—No te mataré… me cobraré estás malas contestas cuando menos lo esperes— Musita a centímetros de mi rostro.

—¿Por qué haces esto?— pregunto en tono de súplica.

—Porque eres más especial de lo que crees y debía tenerte conmigo—Responde sujetando mi cuello con poca fuerza.

—¡Te odio!— Grito empujando su pecho con fuerza para apartarlo de mí.

—Muy bien… eso solo lo vuelve más divertido de lo que ya es— espeta, con suficiencia.

Tengo dos puntos a mi favor, el primero es que confeso que soy especial para el y lo que le produzco y de esto puedo aprovecharme para hacerlo trizas, vengar a mi madre y a mi reino.

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