Elijah King.
Kilian, llegaba frustrado de ver a Dalia, con Bruno y Gael, había comenzado a salir con una morena llamada Leydi, la cual se notaba dispuesta a todo con él, haciéndolo olvidarse de vez en cuando de los desplantes de Adara.
Por otra parte, mi paciencia se estaba agotando con mi amigo Brais. Cada vez que llegaba a buscar a Eileen, él, estaba instalado en su casa. Eileen, siempre trataba de calmarnos y recordarnos que éramos amigos.
Un día llegué y Seshat, la madre de Eileen, me abrió la puerta principal, subí corriendo las escaleras y a lo que me acerqué hasta la habitación de Eileen, la conseguí jugueteando en la cama con Brais; se reían a carcajadas entre cosquillas.Con rabia toqué la puerta ya abierta, para que notaran mi presencia. Brais, entre carcajadas cínicas se sentó en la cama.
Eileen, se levantó y me jaló guiándome hacia la cama, la besé apasionadamente marcando mi territorio.
Brais, salió de la habitación dejándonos solos.
— Mis padres, hoy se van a celebrar su aniversario de bodas. Adara, saldrá con su enamorado y Dalia, con su novio. — Susurró Eileen, en el oído, en mi cuerpo se despertaron todas las hormonas, que ya casi no lograba controlar y tan rápido como el viento, se me despejaron los celos por Brais.
— ¡Ummm! eso quiere decir que me puedo quedar aquí hasta tarde. — Murmuré levemente. — Quizás, — dijo coquetamente mientras me jalaba por un brazo y me guiaba a la cocina. Preparó una canasta con comida y me pidió las llaves de mi auto.— La miré extrañado, pero le entregué las llaves mientras la seguía en silencio, cargando la canasta.
Nos dirigimos al bosque cerca de su casa, donde muchas veces nos desaparecíamos para estudiar, a besarnos y a tocarnos, solo que esta vez, íbamos hacer especie de un picnic y no habían libros por ningún lado.
Cuando habíamos acomodado un mantel y la canasta debajo de un frondoso árbol, que nos cubría como si fuese una gran cueva, me senté acomodando a Eileen, sobre mis piernas. Nuestras manos no perdieron el tiempo y comenzamos a explorarnos entre besos y susurros.
— No entiendo para que las llaves — pronuncié inquieto.
— Para que Kilian, se lleve tú auto — mencionó con una sonrisa pícara.
— ¡Ummm! — ¿Cómo me voy? — Pregunté.— Si mis padres ven el auto, son capaces de no salir a celebrar…y no vamos a tener unas horas para nosotros. — Mencionó y yo Gruñí, solamente de imaginarlo. Agradecía cuando tenía un poco de tiempo para estar a solas, solo que últimamente las cosas se estaban calentando demasiado y nuestro deseo aumentaba mucho más acelerado.
Mis manos se deslizaron por su espalda y mis labios por su cuello, las caricias cada día eran más exigentes y muy, pero muy fogosas y para nuestros cuerpos, era inevitable sentir la excitación del otro.
Acomodé a Eileen, completamente sobre mi cadera, ella me miró con la respiración acelerada al sentir mi excitación. Mordí sus labios, mientras ella introducía sus manos debajo de mi camisa, acariciando su recorrido; gemí mientras mordía su cuello y deslizaba mis manos por debajo de su brassier, era la primera vez que tocaba directamente esa parte de su piel y mis manos acunaron sus pequeños senos. Sus pezones erguidos rozaron las palmas de mis manos, estaba desesperado por ver lo que guardaba toda esa cantidad de ropa.
Gemí mientras presionaba sus pechos y los mordía por encima de su blusa. Eileen, abrió los botones de mi camisa para luego morder mi pecho. Gemí del placer proporcionado, mientras rozaba mi entrepierna con su centro y era la sensación mas divina.
— ¡Eileen! — susurré lleno de un deseo que parecía irrefrenable.
— No pares, cielo. — Susurró entre un hilo de voz, mientras movía más sus caderas, que estaban a punto de hacerme enloquecer.
— Te amo, — le dije mientras retiraba su camisa y su sostén, liberando sus pechos, los cuales me apuntaban firmemente.Mis ojos maravillados y mis labios deseosos de saborearlos se lanzaron sobre ellos, fascinándose con las sensaciones producidas en ambos. Era la primera vez que lo hacía directamente sobre su piel, sin ninguna tela de por medio.
— ¡Dios Eileen¡ No podré detenerme si seguimos. — Susurré.— No te detengas, Elijah. No lo hagas — gimió y para confirmar sus palabras, sus caricias se profundizaron.
Desesperado bajé su falda y sus pantys, junto con mis pantalones y bóxer.
— Te amo, mi vida. Te amo, — le susurraba mientras la penetraba lentamente.
Eileen, eres mi vida, — le decía mientras la besaba apasionadamente, esperando que calmara su dolor, pero, minutos después cuando comenzamos a movernos, no logré controlarme y cuando me di cuenta me había liberado.
Estaba feliz de tenerla, tenía una estúpida sonrisa, hasta que la vi y me di cuenta que ella, no se había liberado y su rostro solo reflejaba dolor.
— ¡Oh por todos los rayos! — murmuré mientras me levantaba con cuidado.Ella, soltó un quejido, su rostro todavía era de dolor, sus muslos internos estaban un poco ensangrentados y su cuerpo todavía estaba tensionado.
Miré todo a mí alrededor y a pesar de que era una vista maravillosa de la naturaleza, ese no era el escenario para una primera vez.
— Lo siento, mi vida. Lo siento. — Le dije mientras la miraba angustiado.
Ella, me abrazó y sonrió.
— Soy tuya — me expresó.
— Sí, eres mía, — le aseguré mientras nos besábamos.
A partir de ese día, nos escapábamos en cualquier momento para estar juntos, me escabullía en las noches en su habitación, los fines de semana inventábamos fiestas, mis hermanos comenzaron a enamorar infructuosamente a sus hermanas y Eileen y yo, cada día, conocíamos más nuestros deseos sexuales. Nuestros cuerpos estaban tan sincronizados, que el uno, conocía a la perfección las necesidades del otro. Juntos fuimos descubriendo el delicioso camino de la pasión y la entrega total. Eramos dos niños, ella de quince y yo, de diecisiete años, enfrentados a un mundo pasional y restringido al deseo, según las personas mayores, que sin importarles las opiniones de sus padres, siempre se escabullían para enfrascarse en un mundo nuevo y deliciosamente placentero y adictivo".
— ¡Maldita sea, Eileen¡ ¿Qué hiciste conmigo? Te amo, te amo, no, no, eso no es cierto, eres solo un deseo, placer, venganza, sí, es eso, venganza. ¿Podré? Eres tan malditamente adictiva.
— Todo este tiempo curando esta enfermedad y tú vuelves, tú vuelves a mi vida. ¿Tendré realmente cura? Sí, la tengo, mi medicina. ¿Dónde están? ¿Dónde están esas malditas fotos? — Gruñí desesperado.