Amanda.
Gracias al cielo estoy sentada, porque de lo contrario ya estaría con el trasero en el suelo.
Siento que floto, todo se vuelve rosa a mi alrededor, mis manos suben a su cuello y no permito que se separe de mi.
Su beso es cálido, tierno, sus manos están en mis mejillas y la verdad es el mejor beso que he recibido en la vida.
A lo lejos escucho como papá se aclara la garganta y a mamá reprendiendolo, Dom y yo, sonreímos al mismo tiempo y nos alejamos de a poco, pegando nuestras frentes.
Siento la cara hirviendo, y no es de vergüenza, todo mi ser se llena de un calor cálido, pero apasionado a la vez.
Mentalmente lloro, sino fuera por ese contrato, jamás hubiera probando de los labios de mi amigo.
Y ahora, lo poco que creía sentir por él, se ha intensificando por millones, no quiero separarme de él.
Y para colmo de mis males, él ya tiene a quien darle su amor, ese hermoso rubio. ¡Hay no! Ahora si lloro, le gustan güeras.
Pero no importa, ya me hice a la idea, de que voy a aprovec