Maldito seres de pieles adheridas. Tan triunfantes durante el día, protegidos en la ignota claridad. No ven que la luz les ciega. Que están atrapados a merced del tiempo, con cuerpos cuya descomposición comienza con el nacimiento.
Al menos sirven de entretenimiento de vez en cuando. Buenos juguetes para sacar del baúl y golpearlos contra el pavimento. Tan débiles por dentro. Basta con tirar de un hilo y el resto se deshace solo.
Nada le/les provocaba más placer que ver a esos seres, disque humanos, desintegrarse bajo su propio peso. Sus mentes son torres de ladrillos mal construidas. Un bloque que le quitas y todos se viene abajo. Y él/ellos disfrutaba con quitar ese bloque. Con ser el lobo de un cuento que una vez percibi&oa