Samantha decide no prestarle atención a su vivido sueño y decide levantarse para ducharse y comenzar el día con la aptitud más positiva.
¡Hoy será un gran día! ―se dice a sí misma, mientras entra al baño y se mira en el espejo con una sonrisa, empieza a lavarse la cara, y mira su rostro más detalladamente observando el paso del tiempo. Ya no es esa pequeña niña de cinco años del sueño que tuvo. Samantha suspira para sus adentros y decide entrar de un solo a darse una ducha.
Alyssa siente la luz de los primeros rayos de sol golpearle el rostro a través de la puerta de vidrio del balcón del apartamento de Samantha, ella abre sus ojos, y siente que su estómago ruge, por lo que decide ir a la zona de la cocina, observando que es muy diferente a las cocinas de su mundo, ya que no encuentra un horno de leña, ni mucho menos ocote, para usarla como combustible para encender el fuego, ella observa una caja metálica, con cuatro ruedas de metal encima, y además de cuatro roscas o interruptores,