CAPITULO 3. Esa lealtad hacia la familia es admirable

El mesonero estaba secando el desastre que hice en la mesa, y yo, apenada, intentaba ayudarlo, bueno en realidad lo estaba estorbando. Es que no solamente escupí el agua, sino que en mi reacción por secar el agua, terminé tumbando el vaso con el jugo de Rámses.

Gabriel, Rámses, Fernando y Mike, regresaron y se consiguieron no solo con el desastre que hice, sino con la cara de incomodidad de todos.

Resulta ser que Ameth no tenía ni idea de la relación previa que existía entre Joseph y Hayden; Joseph se enteró de la peor forma de que Ulises y Hayden estaban casados, algo que no era cierto, pero a juzgar por la cara de mi amigo no lo desmentiría. Ulises estaba completamente fuera de lugar en tantos aspectos que su cara estaba contraída en una mueca extraña, en un punto medio entre asco, sorpresa y sonrisa fingida. Y finalmente, Jeremy, estaba concentrado en su teléfono porque se sentía culpable de haber hecho la pregunta.

Los recién llegados se sentaron en la mesa sin hacer preguntas, pero tratando de entender lo que había ocurrido en su ausencia.

—¿Y que pasó aquí?—preguntó el francés sin aguantar la curiosidad en cuanto el mesonero se retiró.

Y no podía hablar, mi historial de verborrea me hizo cerrar la boca y mover mi cabeza de un lado al otro para que no insistieran en la pregunta.

—Necesitaba tomar un poco de aire, la verdad es que todo lo que nos contaron de Hayden me sorprendió. No sabía que el sufría de depresión, jamás lo hubiese imaginado—dijo Mike rompiendo el silencio.

—Es una enfermedad silenciosa—respondió Joseph—, y Hayden es experto en disimularla.

—¿Acaso está no ha sido su primera vez?—Fernando se inclinó sobre la mesa esperando la respuesta. Cuando Joseph negó con su cabeza, llegaron las maldiciones.

—Esto deberán hablarlo con Hayden, no conmigo, pero si les puedo decir que en el pasado Hayden ha pasado por etapas depresivas. A mi me tocó vivir una de esas etapas con él. Fue bastante difícil verlo porque por lo general es risas, tranquilidad, positivismo, pero cuando cae en la redes de la depresión, se vuelve un ser irreconocible. Lo primero que hace es dejar de comer y de asearse. Recuerdo haberme sentado con él a darle la comida y arrastrarlo a la ducha porque apestaba.

Miré a Ulises quien acababa de empeorar su mueca y ahora se tomaba el vaso de agua en su totalidad.

—¿Y cómo salió de esa depresión?—preguntó Mike.

—Con terapia, con paciencia, con tiempo. Es lo que les recomendaré esta vez, sé que ya está en terapia, asegúrense de que vaya, que no deje de ir a ninguna. Tengan paciencia, lidiar con personas negativas suele ser difícil porque nos frustramos y muchas veces también nos contaminamos del mismo negativismo. Y denle tiempo para que pueda sanar, calmar su mente, ver todo de forma objetiva. Pero sobre todo, eviten que lo que sea que lo sumergió en la depresión, vuelva a llevárselo. No sé lo que ocurrió, pero aléjenlo de esa situación, es la mejor forma de que su recuperación sea más rápida y efectiva.

Aproveché el consejo para ver a los que yo consideraba culpables de toda la depresión de Hayden. Yo sabía algo de su historial de depresión, Alexa no los había contado, para que supiésemos con lo que estábamos lidiando, así que esa parte no me sorprendió.

—En aquel momento, yo fui el culpable de su depresión, así que se me complicó mucho tener que alejarme de él, siendo el único que podía ayudarlo.

—¿Por qué tu fuiste el culpable?—Mike hizo la pregunta sonando mas enojado de lo que debería.

—Porque le avisé que haría un postgrado fuera del país y que tendría que mudarme.

Vi la cara de confusión de los hermanos y comencé a rezar para que no hicieran mas preguntas, porque ya me hacía una idea bastante clara de por donde irían las respuestas.

—No entiendo—comenzó a decir Gabriel, y le lancé una patada por debajo de la mesa, pero accidentalmente le pegué a Jeremy, quien logró disimular muy bien, pero no podía esconder la pequeña lagrima que acababa de salírsele del dolor—. ¿Eran compañeros de departamento? ¿Cuándo fue eso?.

—Hace un par de años. Éramos pareja.

—¿Pareja como….?—insistió Gabriel pero esta vez si logré atinarle la patada y se quejó de dolor.

—Bueno, como les contaba al resto, conozco a Hayden porque soy su ex pareja. El gerente de la clínica me indicó que teníamos una emergencia en camino, era un caso especial que debía ser atendido con completa protección de identidad. Me tendió el historial médico y cuando vi su foto, no podía creerlo. El mundo es muy pequeño. Tenía mucho tiempo sin saber de él, como les dije, cuando me marché al postgrado me mantuve alejado de él y eventualmente perdí contacto, claro que lo pude haber buscado por alguna red social, pero preferí no hacerlo.

La mesa volvió a quedarse muda y todos miraron a Ulises. No estaba segura por qué mi amigo estaba tan incómodo, ciertamente no me gustaría para nada tener que compartir una comida con alguna ex de Rámses, pero creo que estaba exagerando, a menos que él creyese que era la primera relación de Hayden.

Joseph revisó su teléfono y se excusó para hacer una llamada. Guardamos silencio mientras lo escuchábamos conversar y finalmente cortó.

—Buenos chicos, y chica, ha sido un placer acompañarlos en la cena. Tengo unos pacientes a los que revisar, entre esos a Hayden. Los mantendré informados de cualquier novedad. Hoy estaré de guardia para estar cerca de H.—el apodo cariñoso no me gustó, y a Ulises mucho menos.

En lo que Joseph salió del restaurante todos miramos a Ulises, quien también se excusó y salió del restaurante por donde minutos antes había desaparecido Mike. Me levanté con prisa y lo seguí.

—Hey, ¿estás bien?

Ulises asintió pero no le creí.

—Es que… nunca he visto la diferencia de edad con Hayden, ni un solo día. Tampoco he visto la diferencia de nuestras carreras, la que apenas estoy comenzando a estudiar y en la que él ya tiene años de experiencia. Pero hoy… con su perfectamente atractivo ex novio, profesional exitoso y de edad aceptable por la sociedad, me es muy difícil no verlo. Eso, aunado a que es quien debe atender a Hayden, su ex, y verlo desnudo otra vez. No me da nada de gracia.

—¿Por qué tendría que verlo desnudo?—pregunté pero a juzgar por la mirada, él como futuro doctor debía saber mas detalles que yo desconocía, así que no insistí en ese tema—. Mira, Hayden está contigo, esas cosas que tu ves ahora, él no las ve.

—¿Y si está conmigo solo porque él lo terminó?.

—¿Crees que eso es propio de Hayden?. Yo no lo creo, él no se está conformando contigo. Además de que solo sabemos la versión de Joseph, no la de Hayden. A mí me pareció bastante engreído de su parte decir que Hayden cayó en depresión por qué él se iba.

Ulises respiró profundo: —Hayden si me habló de que tuvo una relación estable antes de conocerme, pero no dijo cuan antes, ni que vivían juntos, o que le terminaron. Me mintió y yo soy muy celoso Amelia, muchísimo, e intolerante a las mentiras. Esto dispara todas mis dudas, miedos…

—E inseguridades… —agregué porque finalmente eso es lo que era.

—¿Y cómo lo hablo con él? Es imposible y mientras tanto, sigo lidiando con ese super ex novio atractivo que es su doctor.

—No sé qué decirte Uli—confesé—. Tienes que confiar en Hayden y hacer un salto ciego de fe, cuando llegue el momento le preguntas y verás que seguramente todo tiene una explicación.

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Estábamos de regreso en la sala de espera donde nos disponíamos a pasar la noche. Ni siquiera consideramos irnos a ningún hotel a pesar de que Ameth lo sugirió una vez más.

Una empleada de la clínica entró a la sala con un carrito lleno de almohadas y cobijas, y agradecimos el gesto. Nos acomodamos lo mejor que pudimos, pero no podíamos dormir. En silencio cada uno mataba el tiempo de la mejor manera posible. Gabriel tecleaba con rapidez en su teléfono, seguramente hablando con su novia. Rámses leía, yo estaba jugando con mi teléfono. Fernando revisaba las noticias y Mike leía algunos documentos. Ulises y Jeremy habían salido a caminar un poco.

No podíamos dormir sabiendo que Hayden aún estaba en cuidados intensivos.  

Cuando amaneció apenas teníamos algunas horas de descanso, pero las suficientes para enfrentar el nuevo día. El malestar matutino había vuelto, asi que me levanté directo al baño de damas del pasillo y me arqueé en la taza del baño, sin poder vomitar nada.

Cuando abrí la puerta del cubículo, Rámses estaba recostado de la pared, con sus brazos cruzados al igual que las piernas. Su cara tenía unas ojeras marcadas, su cabello enmarañado, su ropa arrugada. Estaba cansado, no había podido dormir mucho, pero parte de su cansancio era psicológico, porque su mirada estaba triste, apagada.

—Es el baño de mujeres—le recordé y el francés se encogió de hombros.

—No me he olvidado de la prueba casera que te debes hacer. Esperaré que abra la farmacia para ir a comprarla. Aunque esos síntomas...

—No quiero pensar en eso ahora, por favor. Si estoy embarazada, estaré tan embarazada hoy como lo estaré en un par de días cuando Hayden ya esté mejor. Por favor…—le rogué y él francés desenredó sus brazos y los abrió cuan largos era para recibirme en ellos.

Me apretó con fuerza y besó mi cabeza.

—Estamos juntos en esto, Amelia. Lo haremos a tu ritmo, pero lo haremos.

Salimos del baño de damas juntos, el francés no estaba dispuesto a disimular ni un poco, por ese motivo el personal de limpieza nos miró con cierto reproche.

Cuando regresamos a la sala había café para todos y aprovechando que estábamos reunidos saqué el tema de conversación que tenía atravesado en mi mente desde hace muchas horas, días, semanas y hasta meses, y que no podía seguir esperando, sobre todo porque la recuperación exitosa de Hayden dependía de todos, pero principalmente de ellos.

—Hay algo que quiero que hablemos todos—inmediatamente me prestaron atención—. Hayden saldrá de la clínica y necesito saber si podremos contar con ustedes para ayudarlo a salir de la depresión. La responsabilidad de que él esté allí es de ustedes, ya se los dije en el auto cuando venía, pero los eximiré de la responsabilidad de sacarlo de ese agujero donde está si no estarán realmente comprometidos—intentaron interrumpirme pero no los dejé. Les hablé calmada, muy distinto a como lo hice en el auto—. Necesito que tomen el compromiso con Hayden en este momento. No puede ser a medias, o es todo o es nada. Necesito la respuesta inmediatamente. A Hayd lo trasladarán a una habitación y quiero que allí estén los rostros que lo sacaran de esto, no quiero los rostros de los que lo empujaron sobre todo si desaparecerán nuevamente. Tienen que dejar a un lado su ego, su egoísmo y su homofobia. Si deciden quedarse y ayudarnos a Ulises, Jeremy y a mi, a recuperar a Hayden, tendrán que hacerlo como familia, como yo los conocí. No como esto en lo que se convirtieron.

Esperé para que me dieran una respuesta y el primero que habló fue Mike.

—Mis problemas con Hayden nada tiene que ver con su preferencia sexual. No es un tema de homofobia y es algo que pienso hablar con él mas adelante, cuando el momento corresponda. Por lo pronto, admiro tu coraje de hablarnos a nosotros como si fuésemos los niños, pero creo que considerando por todo lo que has tenido que pasar y lidiar con Hayden y por lo que has percibido de nosotros, que repito no es homofobia, entiendo que creas que somos los niños. Hayden es mi hermano, la familia pelea y la familia se reconcilia, no lo dejaré solo.

Me tragué el nudo que sentí en la garganta, pero no pude disimular las lágrimas.

—Yo no debí nunca apartarme de su lado y es algo que me pesará toda mi vida—dijo Fernando—. En mi caso, tampoco fue homofobia, y me preocupa muchísimo que él, así como tú, lo crea, lo hablaré con él en cuanto se recupere. Gracias Amelia, por haberte quedado a su lado.

—Me quedaré al lado de Hayden, pero debo saber si ayer cuando dijiste que te irías de la familia, y que te irías con Hayden, eso significa que tú y yo…—preguntó Rámses.

—Si, lo lamento, pero sí. Si tu ego es más grande que el amor que sé que sientes por tu padrino, tu tío, entonces no puedo estar contigo porque nadie me asegurará que tu ego en algún momento no se interpondrá también entre nosotros.

Rámses miró mi vientre con gran disimulo y supe la pregunta silenciosa que me hizo: “¿Incluso si estas embarazada?”. Y asentí.

—Esa lealtad hacia la familia es admirable—dijo el francés—. Amo a Hayden, hablaré con él. Y tampoco mis problemas son porque sea gay, podría ser pansexual si quisiera y tampoco me importaría.

—Pues yo me quedo, le preguntaré como es eso de que siendo gay nos llenó de cuentos con sus experiencias sexuales con mujeres, lo lamento Ulises pero pasó, pero del resto, no pienso moverme de acá—el portugués me guiñó el ojo.

Dicho todo, rompí a llorar. Lo que hubiese dado para que eso pasara meses atrás, porque de haber sido así no estaríamos en este momento esperando que Hayden saliera de la unidad de cuidados intensivos.

—Pero dejaré constancia de algo—agregó Gabriel—, esta decisión ya la habíamos tomado hace tiempo, esperábamos que regresara de viaje para hablar con él— Rámses asintió.

Me limpié las lágrimas y fue Ulises, que estuvo todo ese tiempo sentado a mi lado, quien me abrazó.

—Yo quiero dejar constancia de que nunca he sido un vividor de Hayden. Tengo una beca que paga por mi universidad y mi papá me ayuda con mis gastos, no vivo de Hayden, ni me está manteniendo, jamás le he pedido ni un centavo, aunque él es bien testarudo.

—Eso, mi querido Ulises, no es de nuestra incumbencia—aclaró Fernando—, aunque es bueno saber que nuestro hermano no es un sugar “papi”.

Una pequeña sonrisa salió de todos y con eso aliviamos la tensión del momento, pero había algo mas que decir. Me reservé el comentario de que era así como Hayden llamaba a Ulises,

—Y ya que estaremos todos hablando de todo. Pues creo que también es el momento de que toquemos el primero de los problemas, lo que ocurrió entre Mike y Fernando.

Pensé que se opondrían, que dirían que no era mi problema, que quizás eso no tendría solución, pero en cambio  Fernando y Mike dijeron un “si” al unisonó.

—Deberías ser mediadora, se te da muy bien. Tengo unos asuntos sindicales con los que serias buena—bromeó Ameth, de quién me había olvidado por completo. Mi papá había permanecido al margen de todo, sin emitir la más mínima opinión. Y ahora que lo veía es cuando me doy cuenta, que estuvo mirándome con una sonrisa en todo momento.

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—Buenos días familia—saludó Joseph entrando a la sala, una sonrisa amplia dividía su rostro en dos partes—. Espero que hayan logrado descansar. Nuestro hombrecito—Y Ulises torció el gesto— ya despertó, está ahora en la sala de recuperación. En unas dos horas lo pasaremos a la habitación y allí si podrán verlo.

Gritamos de alegría, yo me lancé a los brazos del doctor para agradecerle.

—Pero, antes de eso Hayden quiere ver a Ulises y a Amelia. Los pasaré solo un momento para que él pueda quedarse más tranquilo. Tiene todos sus signos vitales y valores muy bien, pero sigue teniendo un poco alta la presión arterial y creo que es por la ansiedad.

Con torpeza me acomodé la ropa, como si a Hayden le hubiese importado si la tenía o no arrugada. Ulises y yo caminamos detrás de Joseph por donde él nos estaba conduciendo hasta que llegamos a una sala donde dos enfermeras nos ayudaron a colocarnos unas batas, gorros, mascarillas y hasta fundas especiales para los zapatos.

En cuanto abrió las puertas, mi vista se fue de cama en cama, las que tenían pacientes estaban encerradas en cortinas azules, las otras permanecían a la vista y vacías.

Y entonces Joseph corrió la cortina del pequeño cubículo donde Hayden se encontraba y cuando lo vi, volví a llorar.

Ulises y yo nos lanzamos contra él para abrazarlo. Lo hicimos con la mayor delicadeza posible, pero necesitaba sentirlo vivo, su calor, su corazón martillar.

Lloré  mientras Ulises le decía que lo amaba, y mientras Hayden nos pedía perdón.

—No lo vuelvas a hacer, por favor. Te amo Hayd, no puedes hacerme pasar por esto una vez más—le dijo Ulises, y yo me uní a su ruego.

—Perdón, yo… lo lamento tanto. No quería, bueno si quería, pero no estaba pensando bien. No quiero dejarlos.

Lo volví a abrazar una vez más, aunque Ulises nunca lo había soltado.

—Chicos, hora de irnos—nos dijo Joseph y tuvimos que soltarlo.

—Te veremos en unas horas en la habitación. Estamos todos acá—le dije y Hayden torció el gesto confundido.

Le sonreí.

—Estamos todos. Toda tu familia.

Hayden no lo podía creer, su cara pasó de desconcierto a sorpresa y a incredulidad. Y comenzó a llorar en el momento en que nos íbamos.

Se que eran lágrimas de felicidad, no sé si le harían bien a su salud, pero las lágrimas de felicidad nunca podían ser malas.

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Tardaron 5 horas en enviarlo a la habitación. Aún estaba dormido cuando lo acostaron en su cama y las enfermeras nos advirtieron que dormiría un poco más, loa analgésicos que tomó seguían causándole estragos en su organismo, pero también los medicamentos que le estaban suministrando por la vía que tenía en el brazo, estaban funcionando.

Me negué a dejarlo solo así que me quedé con Ulises y Jeremy a su lado, mientras los demás iban a comer, ya nos traerían algo para nosotros comer en la habitación.

Hayden abrió los ojos con mucha pereza y se quejó un poco de estar mareado. Ulises inmediatamente le ofreció algo donde vomitar, pero Hayden se negó, eran solo nauseas.

Avisé a la enfermera, fue lo que nos pidieron que hiciéramos en cuanto se despertara.

Ella llegó casi de forma inmediata, revisó sus signos vitales, ajustó la salida del suero que tenía pegado a una de sus venas, asi como la medicina que seguía goteando con bastante lentitud, acomodó la cama para que quedase sentado y salió de la habitación.

Pensé que había sido la enfermera regresándose cuando la puerta se volvió a abrir, pero en cambio eran todos: Fernando, Mike, Rámses y Gabriel, volviendo a la habitación.

Hayden los miró, y ellos a él. Nadie decía nada y yo quería como matarlos para que hablasen y conversaran de una buena vez por todas.

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