Un cuarentón y una colegiala en un café

Era martes y debía tomar una decisión sobre la cita que tenía que cumplir con Emily el sábado, y para ello, debía saber qué pensaba y qué estaba dispuesta a hacer Valentina si le planteaba, de frente, que estaba dispuesto a que le diéramos una oportunidad a nuestra relación. 

Para que mi propuesta tuviera efecto, tenía que, como hiciera ella, cogerla desprevenida, en otras palabras, recurrir a su misma táctica y hacerle una “encerrona”.  

Salí de la empresa pasado el mediodía y almorcé en la mansión. Me cambié y, montado en la Harley Muscle, me fui a su colegio, a recogerla. 

Llegué unos minutos antes de que terminara la jornada de clases y me sentí, por un mom

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