Capítulo XXIII

A la mañana siguiente encontró a su prima esperándola para desayunar, se veía sonriente y satisfecha. Sin saber porque aquella actitud le molesto, no obstante, no comentó nada.

Hubiera deseado preguntarle sobre lo sucedido con Andrés de la Ronda, pero no quiso que Elena se enterara de que ella se intere­saba por él, no tenía caso decírselo.

Así que, platicando de cosas sin importancia, y sin que ninguna de las dos encarara el tema que les hubiera gustado discernir, de­sayunaron en un clima de tranquilidad y armonía.

Los siguientes días, Amanda se encargó de preparar todo para su viaje de descanso a la hacienda de Francisco, aquella actividad la hizo olvidarse por completo de Andrés, ya que durante el día estaba en los negocios o girando instrucciones por teléfono para la atención a sus caballos, y por la noche lle­gaba tan cansada qu

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