Capítulo 3 - Un quiebre en el alma

Julio de 2019

Una vez más mis padres discutían. Llegamos de Nueva York hace cuatro meses, porque las infidelidades del señor Demir ya eran demasiado descaradas. Lo hacía para humillar a mi madre, quien ya no deseaba compartir la cama.

Cuando él llegaba a la casa, mi progenitora se iba a dormir a la habitación de mi hermanita. Por eso estos dos meses se convirtieron en un infierno, no existía la convivencia en casa. Por eso no la paso aquí, prefiero estar con mis amigos, faltando a clases.

Desde mi cumpleaños aumentó su riña. Mi intención en aquel entonces era que el señor Serkan quedara en ridículo por la cancelación, pero no fue posible, por el contrario, no se vio mal dado que los medios de comunicación; sus más fieles aliados notificaron que tuve un pequeño accidente y aquel incidente con el celular recibido por esa loca desconocida de cabello rosado le sirvió de evidencia.

Regresaba cada tarde a la casa porque Azra me llama llorando… Mis amigos no dejan de hablar de lo feliz que fueran si tuvieran una mansión como donde vivo, el carro de mi propiedad, las motos, en fin.

Para ellos tenía la vida resuelta, las empresas esperando a mi graduación para convertirme en el empresario más joven del gremio textil. Y por dentro yo envidio el sentarme en una mesa a compartir al menos una de las comidas en familia. Me gustaría ver a mi madre tranquila, sonriente. En las últimas semanas, la veía fumando y bebiendo más de la cuenta. No sé a qué se aferra o a que le teme.

Las discusiones se habían convertido en el pan diario desde que ella lo vio teniendo sexo con su secretaria en su oficina. Esa fue la razón por la cual nos regresamos a Atlanta. Desde entonces había perdido peso, el descubrir tantas infidelidades no lo superaba. Era la segunda vez… Esa fue la razón por la cual mi hermana murió por culpa de ese ser.  

Al menos parece que llegó a un punto de quiebre donde no podía continuar mostrando una falsa felicidad. Tomé las llaves de mi moto, sin embargo, a la habitación ingresó mi hermanita llorando. Al verme corrió.

—Iskander…

—Tranquila…

Pero un fuerte ruido de un vidrio quebrarse me hizo alejarme, por los gritos de mi madre supe que debía intervenir.

» ¡Llama al 911!

Azra siempre le ha tenido miedo a papá, la vi tomar el teléfono. Salí corriendo en dirección a los ruidos. La mansión de los Demir Alarcón era bastante imponente. Mi madre jamás permitió que opacaran su apellido, algo que a ese señor le molestó siempre. Al llegar a la sala la vi tendida en el piso y a un hombre imponiendo su porte y fuerza de la peor manera. Había llegado tarde.

Si antes le tenía rabia, ahora no le tendré respeto, ese hombre era una gran mentira. Para mí fue un padre distante hasta la muerte de mi hermana, sin embargo, en aquel entonces era responsable.

En este momento lo desconocía por completo. Tenía el cinturón en la mano, cuando alzó la correa para golpearla de nuevo, la detuve en el aire y lo llevé contra la pared. —A pesar de mis diecisiete años heredé la contextura de la familia Demir y por mi pasión para jugar futbol estaba bastante desarrollado.

—¡Jamás en tu vida le alces la mano a mi madre, en mi presencia!

—¡Soy tu padre! No te metas.

—No seas tan hijo de… ¿La engañas y ahora le pegas?

—Es un asunto entre marido y mujer.

—¿A qué siglo te fuiste?

Le di un puño en la boca y me alejé. Era la primera vez que le pegaba de verdad.

—¡No existirá un divorcio en la familia Demir! —Le gritó mirándola—. Sabes de lo que soy capaz

Me gustó ver a mi madre armarse de valor para pedirle la separación. Me planté delante de ella. No le pegaré de nuevo; después de todo era mi padre. Pero tampoco le permitiré que vuelva a tocarla.

—La policía viene en camino. Y yo mismo te entregaré por maltrato intrafamiliar, todos tus amigos sabrán que la tal perfecta familia Demir Alarcón es una de tus falsedades. Sabrán por mi boca la clase de hombre que es el gran Serkan Demir.

—No te atreverías…

—Ya lo hice.

Las sirenas corroboraron mi amenaza. Me alejé para ayudar a mi madre a levantarse y me percaté que con el vidrio de la mesa se había cortado en todo el antebrazo.

Los policías ingresaron porque mi hermanita los esperaba en la puerta, al ver la escena llamaron a una ambulancia y esposaron a mi padre, le leyeron sus derechos y evidenciaron que tenía la correa en la mano. También les dije que tenía los videos como evidencia.

—¡No te quedarás con nada, Margarita!

—No lo necesito, tengo mis propias empresas. —contestó—. Pediré lo que es justo por lo que me hiciste y les corresponde a tus hijos.

—No voy a perdonarte esto, no eres nadie sin mí, y así te duela, me quedaré con mis hijos.  

—Señora debe ir a una clínica, la acompañaremos para tomar su declaración.

—Hijo acompáñame.

Con la frente en alto salió. Por segunda vez vi lo que la abuela tanto comentaba de ella cuando decide ser valiente era una guerrera. Azra se quedó con la nana. Un paramédico la atendió, pero requería de muchos putos.

—¿Te quedarías conmigo?

—Sé que en estos últimos meses he estado más ausente, lo hice porque tú no reaccionabas, pero jamás te dejaría madre. —Se puso a llorar. La abracé.

—Ya no seremos tan ricos, tu padre no va a descansar hasta cumplir su palabra. Hijo lo que se viene no es nada fácil.

—Estaremos los tres, y te recuerdo que soy el heredero universal de las empresas, solo debo cumplir la mayoría de edad.  

……***……

Desde el traslado de papá a la ciudad de Atlanta me estaba costando adaptarme, para los mellos fue más fácil. A mí me cuesta el cambio, más no hacer amigo. Era algo extraña, pero muy feliz. Donde esté mi familia estará mi alegría.

Mamá había conseguido un nuevo empleo hace una semana, papá si tenía un buen puesto en una multinacional y de hecho por su ascenso ahora teníamos una mejor casa. Ya habíamos cumplido tres meses.

Papá le dijo que no era necesario que trabajara, ya con su sueldo podía tomarse un año de descanso, pero mamá era de esas mujeres independientes que son autosuficientes y hacía todo ella sola y era tan buena que lo lograba.

Mantenía la casa en orden, aunque todos ayudábamos y teníamos responsabilidades. Una de esa, era; cada uno era responsable de arreglar su habitación a diario, mi padre era el encargado de mantener la cochera en orden, Emilio del patio, Emiliano de pasar la aspiradora en la casa y muebles, yo de los baños y ella del resto.   

Terminé de hacer las tareas, mi madre hacía la cena, no demoraba en llegar papá quien fue a buscar a mis hermanos, estaban en entrenamiento de Beisbol, una afición que trajeron desde Cartagena.

Un grito de parte de mi madre me hizo bajar las escaleras corriendo. Había salido de la cocina, los chicos y papá ingresaban desde el garaje… Y los cuatro la vimos observarnos, sin embargo, parecía no hacerlo al tiempo.

—¿Amor?

—¿Mamá? —hablamos los tres jóvenes.

Ante nuestras miradas, mi madre se desplomó. Papá corrió a socorrerla, nosotros nos quedamos estáticos. Y reaccionamos cuando él gritó,

—¡Abran la puerta!

Fue Emilio quién reaccionó primero, corrió para abrirle la puerta del garaje.

» ¡Emily, debes conducir! —Ya me habían dado la licencia el mes pasado.

Emiliano se fue en la parte de atrás con papá y mi madre, Emilio fue mi copiloto y yo solo me concentré en llevar a mi mamá a la clínica según las indicaciones de mi hermano. Nada más me concentré en escuchar a papá.

» Concéntrate en conducir hija, Dakota tiene pulso, debemos llegar rápido, pero vivos. Lo estás haciendo bien Emily.

Por el retrovisor lo miré y cargaba a mamá, Emiliano le acariciaba el cabello. Tiene pulso, sigue viva. Era lo único que me importaba, resiste mamá.

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