La inesperada lluvia volvió frío el ambiente, pero para nosotros solo fue la braza que nos encendió.
Sentir su cuerpo cálido y fuerte pegado al mío es la mejor sensación del mundo.
- Eres Mía, Gabriella- dice entre jadeos-. Dilo- gruñe con voz ronca antes de morder mi hombro.
- Soy... Tuya, Sebastián- digo entre jadeos. Agradezco que la casa quede sola para nosotros pues no paro de expresar mi gusto por lo que él hace. Esto es obra de él y al parecer le encanta hacerme gemir y jadear de placer.
Se corre apenas unos segundos después de que yo he alcanzado mi propia liberación dejándose caer a mi lado y yo deslizo mis piernas por la cama aun boca abajo tratando de controlar mi respiración.
Me giro y él se levanta para depositar un beso en mis labios algo resecos.
- Recupérate, esta noche aún no acaba- ronronea mientras lo veo quitarse el preservativo usado.
Sonrío ante la perfecta noche que se avecina.
- ¡Gabriella!- grita Jos sacándome de mi ensimismado- ¿Segura que llevas todo?- cuest