Mi cuerpo se siente agotado y todo mi cuerpo vibra todavía.
Estar con Sebastián es como subir a una montaña rusa.
Sonrío como colegiala sintiendo mi pecho lleno de felicidad y satisfacción.
Todavía me da miedo esto que comienzo a sentir por él, pero me es imposible parar.
No solo es deseo, es algo más y eso me quedó claro ahora que estuve lejos de él.
Lo extrañé y por mucho que evité no pensar en él, no resultó.
Antes de poder levantarme, la puerta se abre de golpe y veo a Jonathan entrar.
Frunzo el ceño al verlo quitarse la corbata con algo de torpeza y luego la camisa.
Camina hasta llegar a los pies de la cama y me jala del pie hacia él.
- ¡¡Oye!! ¿Qué te pasa?- reclamo sorprendida. Cuando subí a la habitación, luego de estar con Sebastián en el baño, lo vi con sus primos bebiendo por lo que no le di importancia.
- ¡Me pasa que es hora de que mi esposa cumpla con sus obligaciones!- gruñe furioso.
Se lanza sobre mí y comienza a besar mi cuello. Siento su olor a licor y eso me alerta