- No crea que para mí todo es cuestión de dinero. Y no, no quiero comprarte a ti ni a tu amistad. He llegado a la conclusión de que no puedes mirar a alguien a la cara y elegirlo como tu mejor amigo porque te parezca simpático y creas que es bueno. - Sonreí torpemente. - Quiero pagar porque tengo mucho dinero. Y no lo necesitaría. Sé que esta propuesta te parecerá ridícula, porque apenas me conoces.
- Señora... ¿Ha pensado en pagarme para que sea su mejor amiga? - Magdalene arrugó la frente, desconcertada.
- Sólo lo he pensado un poco -confesé, riendo.
La mujer se rió también, sacudiendo la cabeza:
- Los amigos no se compran, se ganan. Si quieres pagar a alguien para que te escuche y te aconseje, ve a un psicólogo. Le encantará oír hablar de tu vida, coger tu dinero y curarte de cualquier dolor o trauma del pasado. Eso no si