Desde que sepulté a mi esposa e hijo hace tanto tiempo no había sentido un dolor tan grande como el de este instante al ver a mi amigo, a mi pana, a mi hermano tendido en una camilla sin vida.
Quería gritar, necesitaba hacerlo. «Viejo», me había dicho, fueron sus últimas palabras «cuídame a Verónica, si lo haces me cuidarás a mí. Nos veremos pronto. Gracias» —comencé a pegarme en la cabeza contra la pared.
Mojón estaba desmoronado a un lado del recinto, Cebolla cayó de rodillas y la señora Verónica… ¡Mierda! —De manera lenta se fue cayendo, por más que corrí para evitar que se golpeara no lo pude evitar y Cebolla se encontraba perdido en sus pensamientos.
—¡Doctor!
Se llevaron el cuerpo del Patrón, los familiares de ella llegaban a la sala donde nos encontrábamos. Juro que llegaré hasta lo último, mataré a cada pirobo que intervino en la muerte de Roland.
—¡Hija!
El padre se agarró del cuerpo de su hijo y Cebolla fue quien contestó después de reaccionar.
—Solo está desmayada, a ella n