Mundo Paralelo 2: Destello y Lucero Verde
Mundo Paralelo 2: Destello y Lucero Verde
Por: Angie Pichardo
Introducción

—¿Me esperarás? —preguntó ansioso.

 —Sí —dijo con alegría. Ulises quitó una de sus pulseras y la puso en la muñeca de ella. La pulsera era dorada y fina, con algunas piedrecitas rojas. Eli miró la joya con una sonrisa de felicidad y tomó un anillo que su padre le había regalado y que era muy especial para ella—. Que tanto la pulsera, como este anillo sean un símbolo de nuestra promesa. —Ella dijo con una sonrisa y Ulises colocó el anillo en una cadena que tenía en el cuello, pues no le servía. Él besó sus labios con ternura y los guardias tocaron la puerta avisando que debían irse. Se besaron con más intensidad y se aferraron en un fuerte abrazo donde ambos se mojaron con sus lágrimas. 

 —Espérame, Eli. —Secó su rostro con ternura—. Vendré por ti y nos casaremos. —Eli asintió y lo volvió a besar. Luego, ambos salieron y se dieron un último abrazo. Ella miró esos ojos verdes que le transmitían paz, ojos que tenían un brillo único y especial. Él besó su frente y segundos después ondeó su mano despidiéndose. 

Ella se volteó para regresar, pero no sé movió. Él detuvo el paso y ambos estaban quietos y opuestos en la distancia. De repente, Ulises corrió hacia ella y la cargó entre sus brazos, la apretó a su cuerpo con fuerza y besó sus labios.

 —Hasta luego, Enana. —Sonrió burlón.

 —Hasta luego, Ulises —contestó yendo a la puerta y observando cómo su amor se marchaba. Él se volteó cuando iba a una gran distancia y gritó:

 —¡Es una promesa, mi amor! ¡Eli, enana flacuchenta! ¡¡Te amo!!

 —¡Yo también te amo, imbécil! —dijo entre lágrimas mientras lo veía desaparecer en la oscuridad.

Eli se despertó con lágrimas en los ojos. Tenía mucho tiempo que no soñaba con él. Tal vez estuvo en sus sueños, porque ese día él hubiera cumplido sus veintitrés años si no hubiera muerto, tres años atrás. Se levantó con tristeza y desanimo, le parecía increíble e insano que todavía no era capaz de superarlo. Al principio, se enfocó en traer a Leela y a la familia real de vuelta a Destello para lidiar con su dolor. Una vez que todo volvió a la normalidad, se fue a las lejanías de Destello para defender a las aldeas más vulnerables. Un año atrás, regresó a Zafiro y quedó enamorada con los bebés de Leela y Jing. Visitaba mucho a su amiga y disfrutaba jugar con los pequeños. Le divertía ver a Jing y a Leela pelear por el amor de los mellizos, aunque era obvio que la niña era más apegada a su papi y el varón a su mami, pero al final del día, ambos terminaban peleando por las piernas de su mamá.

Eli fue a visitar al maestro Lee y se encontró a los hermosos mellizos allí, el maestro estaba que no se cambiaba por nadie con sus dos nietos.

 —¡Pero si los preciosos de tía están aquí! —Los bebés se dirigieron hacia ella con pasos torpes. Eli los llenó de besos y pellizcó sus mejillas. La pequeña le sonrió con ternura. Esa niña era un amor. Dulce y un poco tímida. Tenía el cabello lacio y negro de su padre y los ojos grises de su madre. Mientras que el varón era más travieso e inquieto. Su cabello era color caramelo y ondulado como su madre y sus ojos color miel como su padre. 

 —¿Leela está aquí? —preguntó emocionada.

 —Sí, sabes que se pone melancólica en esta fecha. —Eli bajó el rostro, pues Leela no era la única que se ponía así.

La castaña fue al patio del dojo donde encontró a su amiga. Se saludaron con efusividad y Eli se sentó a su lado.

 —Me iré de Zafiro —anunció mirando la verde grama.

 —¿A dónde irás? —Leela inquirió con curiosidad—. Supe por Jing que entregaste tu cargo de guerrera.

 —Sí, disculpa no haberte dicho antes... fue una decisión difícil de tomar, pero después de pensarlo tanto... quiero hacer algo diferente con mi vida.

 —Te entiendo, en especial irte a un lugar que no te recuerde a Ulises. —Leela dijo comprensiva.

 —Sí. —Eli sonrió con lágrimas en los ojos—. Soy una tonta, ¿cierto? Tres años y no he podido olvidarlo. Traté de salir con otros chicos, pero terminaba comparándolos con él, al parecer nadie pudo superarlo. Quiero hacer algo diferente con mi vida y dejar ir a Ulises de una buena vez. Es extraño, pero a veces siento que él me llama. Es una sensación rara, es como si él pidiera mi ayuda, como si me necesitara —secó sus lágrimas—. ¡Creo que me estoy volviendo loca! 

 —Todo va a estar bien. —Leela la abrazó con ternura—. Te voy a extrañar mucho, no me abandones, ven a hacerme la visita cuando te establezcas en un lugar. Yo también te visitaré, bueno te visitaremos. —Sonrió.

***

Eli tomó solo una mochila con su ropa. Miró la pequeña casa desde afuera y los recuerdos la abordaron de repente. Las lágrimas cubrieron su rostro mientras ella se marchaba.

Haría una última parada. Arrendó un caballo y cabalgó hacia los precipicios infinitos de Jeng. Amarró el animal a una buena distancia y dejó su mochila sobre él. Se acercó al precipicio donde cayó Ulises, tres años atrás. Sintió la sensación tenebrosa de aquel día. Ese horrible momento revivió en su mente como si no hubieran pasado tres años. Tomó la pulsera y la lanzó por el precipicio. Las lágrimas cubrieron su rostro y un gran llanto salió de su pecho.

 —¡Te hago libre de tu promesa, Ulises! —gritó con dolor—. ¡Te dejo ir, mi amor! Te prometo que seré muy feliz y haré todo lo que me gusta. Te amo, Ulises.

Eli empezó a llorar y se encorvó del dolor. No se fijó lo cerca que estaba del precipicio. Lloraba con tantas fuerzas que se sintió mareada, trató de ponerse de pie, pero perdió el equilibrio; resbaló en el rocoso suelo y cayó al vacío. Intentó saltar, pero una fuerza magnética la atraía al fondo. Luchó con todas sus fuerzas, sin embargo, se quedó sin energía hasta que se rindió. Tal vez éste era su destino, morir como él murió. Poco a poco perdía sus sentidos, hasta que una gran luz la cubrió y luego la oscuridad nubló su vista y se llevó su consciencia.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo