Capítulo 8
Joseph y Thomas llevaron las pastillas de Sarah al laboratorio.

Los resultados salieron rápido: solo eran vitaminas.

—Nos estuvo mintiendo —dijo Thomas, mirando el reporte con las manos temblorosas—. Su “ataque de pánico”, su alergia… todo era puro cuento.

El rostro de Joseph se puso pálido como la pared, el pecho le subía y bajaba con fuerza.

Si la enfermedad era falsa, ¿qué hay de sus lágrimas y sus excusas?

—¡Al hospital! —gritó Joseph con los ojos rojos—. ¡Ya! ¡Vamos a traer a Cynthia de regreso!

Entraron corriendo; los lentes de Thomas se torcieron de la prisa, mientras chillaba:

—¡Éntrenme el cuerpo de Cynthia!

La doctora, con esa mirada de desprecio hacia los dos directivos, les dijo con toda la frialdad:

—Señor White, ¿me está tomando el pelo?

—Si el cuerpo de Cynthia hablara, seguro diría: “¡Aléjense! ¡No me toquen!” —dijo Joseph, tratando de justificar su desesperación.

Yo flotaba a un lado, y no pude evitar asentir con aprobación.

—¡Es de nuestra familia! —intentaba Joseph u
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App