—¡Bang, bang, bang!
Mientras hablaba, Lucía golpeaba su cabeza duramente contra el suelo, y pronto comenzó a sangrar.
Juan frunció el ceño y tuvo que suavizar un poco su tono: —Está bien, levántate. Acepto tratar a tu padre, pero ahora tengo que ir a trabajar. Hablamos cuando termine mi jornada laboral.
—¡Sí, sí, sí!
Lucía muy ansiosa se levantó con lágrimas de alegría: —Gracias, doctor.
—Esta es mi información de contacto personal. Por favor, llámame cuando puedas y vendré de inmediato a buscarte.
Le entregó una tarjeta de presentación con total respeto y, después de inclinarse profundamente, se subió a su coche y se marchó velozmente.
Poco después, Juan llegó a Yaphee.
Apenas entró a la empresa, el guardia de seguridad le informó inmediatamente a David.
En la oficina, David colgó apresurado el teléfono y una sonrisa maliciosa apareció en su rostro.
Desde que Juan y Laura rompieron su compromiso, David había estado esperando con grandes ansias la oportunidad de echar a Juan de la empr