—¿Desvanecerme en el abismo?
—No lo sé, no quería averiguar a donde ibas a parar… así que apenas te vi, tome tu alma y la introduje en mi cuerpo para protegerte, cuando recuperaste algo de fuerza, te envíe a la corte, estando ahí recibirá algo de tiempo para pensar en cómo traerte a la vida.
Suelto un leve suspiro y regreso la vista al río, las almas nadan de forma tranquila, pero las expresiones de sus rostros son de tormento y sufrimiento, una de ellas me mira de una forma escalofriante y me toma del brazo tirando de mi con fuerza. Un grito de espanto se me escapa de la garganta y Hades lo fulmina con una fuerte llamarada.
—Te dije… ellos sienten envidia de que tu estas aquí y ellos haya, condenados a vagar por este río eternamente.
Decido alejarme del borde y me acurruco en los brazos de Hades, que me transmiten calor y confort, es como… si estuviera en casa.
—¿Cómo es que tú puedes abrazarme? Caronte no pudo.
—Es porque… bueno, mientras te recuperabas, tu alma quedo vinculada a mí