—Ya veo, por una muy buena razón es porque están recluidas me imagino— Se rasca levemente la barbilla. —No entiendo del todo por qué deben estar recluidas o por qué son así y me gustaría que me lo dijeras algún día—
—Quizás—
—Por cierto… has mencionado que eres parte del sequito de mi hermana—
—Así es—
— ¿Conoces a una...? — Se calla abruptamente.
Mira a su alrededor como si se cerciorara de que nadie le escucha, camina unos pasos para luego detenerse y volver a mirar a su alrededor.
— ¿Conoces a otra ninfa? Digo… no a cualquier ninfa, me refiero a una en específico—
—Si me dijera el nombre… tal vez pueda contestar su pregunta— Rio quedamente al ver su nerviosismo juvenil.
—Se llama Minte y también forma parte del sequito de mi hermana—
Al oir esto, me dan unas ganas terribles de reírme en su cara y de decirle que soy yo, pero no puedo.
—No, no la conozco— Me muerdo la lengua por tal mentira. —Hay muchas ninfas en el sequito de mi señora, que no conozco a todas, sólo a unas cuantas—
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