Abril, 16Son las seis de la mañana, mis ojos aún pesaban y es que no había dormido más de dos horas y medias quizás, pero esto era importante. Salgo de la habitación y cierro la puerta sin hacer mucho ruido, las paredes grises del pasillo me reciben y dudo unos segundos sí ir a las habitaciones del fondo o buscarlo en una de las de abajo.¡Carajo, no debí correrlo ni ser tan antipática con él! ¡Y también debí ver a que habitación se iría!Mi debate mental cesa cuando lo veo aparecer por el pasillo, al parecer venía de la cocina, pues trae en sus manos una copa de helado, seis de la mañana y en lugar de estar desayunando está comiendo helado. Hago una mueca, pero no digo nada, fijo mi vista en él y lo veo aproximarse con aires de supremacía y elegancia aún cuando viene vestido sólo con un boxer negro, el cabello desordenado y la pequeña cuchara de helado dentro de su boca.Sinceramente hay momentos en los que se me hace inevitable no verlo como un niño, un niño malcriado, jodidamente
Abril, 17El Jet aterrizó en Seattle justo diez horas después que despegó en Moscú. En este momento eran las siete treinta de la mañana y nuestro auto estaba estacionando frente a mi edificio. Miro la entrada del lugar repleta de gente entrando y saliendo sin fijarse en nada más que no sean ellos y sus cosas.Está era una de las horas más movidas del edificio, pues todos estaban apurados por llegar a sus respectivos trabajos a tiempo. Dejo de mirar por la ventanilla polarizada del auto que un hombre en la pista, nos entrego, y giro la cabeza a mi izquierda para ver a Damián.—Ponte la capucha de la sudadera.— estaba un poco molesto porqué lo obligué a usar una sudadera que no combinaba ni con el color de su pantalón de vestir.—No sé que pretendes con esto, sí igual...—Parece que no entiendes la gravedad del asunto.— interrumpo un poco molesta, él abre la boca para decir algo pero vuelvo a hablar antes de qué lo haga él.—No, no digas nada. Ponte la puta capucha y baja mantén la cabez
—¿Pero que carajos crees que estás haciendo?— vuelve a preguntar Hansel, algo alterado. Damián pone los ojos en blanco con fastidio por milésima vez y recuesta su espalda del espaldar del sofá en el que está sentado.— ¿Te has vuelto loco, amigo mío?— me paro al lado de Hansel y desde mi lugar y con los brazos cruzados, también lo miro con reproche.Hansel, Amelie y Noah habían llegado a casa hace unos diez minutos. Noah y Mía estaban jugando en la habitación de ella, mientras nosotros discutíamos acá en la sala de estar. Y es qué tal y como le dije; que se viniera a Seattle era una gran estupidez, y él lo sabía perfectamente, es por ello que no se molestó en decirle a su amigo de toda la vida lo que planeaba hacer.Personalmente pensé qué Damián ya le había dicho a Hansel que se vendría a la ciudad con nosotras, pensé también que sí estaba tan relajado con su aparición después de cuatro años de estar “muerto” era única y exclusivamente porqué ya junto a Hansel habían planeado algo par
Abril, 22Miro la hora en el reloj digital de mi auto: cuatro y quince de la tarde. Suelto un suspiro y me adentro al estacionamiento subterráneo del edificio, conduzco hasta mi lugar y luego de tomar mi bolso y un par de carpetas con documentos importantes que debo revisar, retiro las llaves del vehículo y salgo después de apagar el motor. Cierro la puerta sin ponerle mucha atención y suelto un suspiro pesado antes de empezar a caminar por el estacionamiento medianamente lleno de vehículo.La mayoría de los residentes del edificio al parecer no han regresado a sus hogares. No hay ni una sola persona más que yo en este lugar, y eso me provoca un poco de nervios, quizás también miedo. Pero libero mi mente de la paranoia y después de mirar a todos lados apresuro mis pasos que resuenan y hacen eco por todo el silencioso lugar gracias a los tacones de aguja que llevo puestos.Llego al ascensor rápidamente y me adentro en él, presiono mi piso en el tablero táctil y las puertas empiezan a c
Finalmente, transpirada, con el pecho subiendo y bajando a gran velocidad, y casi sin poder respirar, mis pies tocan el primer piso del edificio. Pero no me detengo un solo segundo, y con los labios levemente abiertos para tratar de pasar aire por ellos, sigo corriendo hasta cruzar el pequeño y estrecho pasillo de tan solo unos tres metros que separa el primer escalón de la puerta que me dejara en un pasillo del lobby.No sé con exactitud cuánto tiempo me tarde en bajar veinte pisos corriendo por las escaleras, pero tampoco me detuve a pensar en eso, lo único que pasa por mi mente es lo estúpida que soy por no detenerme a esperar el ascensor, pues para este tiempo lo más probable es que ya hayan dejado el edificio.Cruzo el recibidor con premura y por mi aspecto he de parecer una loca, lo sé por la mirada de desconcierto y preocupación que me dedica Kenny y las personas que caminan por el lugar. Pongo mis manos sobre el mostrador de mármol del recibidor, Kenny y dos chicas más están d
Abril, 23Damián Webster.Vuelvo a mirar el reloj en mi muñeca; ocho y cuarenta de la mañana. Suelto un suspiro silencioso, dejo descansar mi codo de la superficie del escritorio y con mis dedos presiono el puente de mi nariz.—Si. Si, Hansel, no me importa.— digo de mala manera al auricular del teléfono pegado a mi oreja.—¡Te estás volviendo loco!-exclama enojado, del otro lado de la línea.—¡Te dije que no fueras! ¿Te has dado cuenta que acabas de empeorar las cosas?—¡Es mi problema, Hansel, maldición!—gruño y él también lo hace.— Además recuerdo haberte escuchado jurar que no volverías a tocar el tema.Suelta un suspiro y yo pongo los ojos en blanco.—Cierto, eso dije.— habla con algo de enojo.— Pero... ¿Amigo, en serio estás dispuesto a enfrentarte al sistema legal...?—Si, ya te lo he dejado claro.— no lo entiendo, se comporta como sí verdaderamente fuera un problema, como sí no supiera lo fácil que es pagarle a todos esos malditos para que al final salga ganando yo, y los maldi
—¡Es un grandísimo hijo de perra! — grito enojada, apretando fuertemente el volante en mis manos y con los ojos fijos en el auto del frente—¡¿Puedes creerlo, Amelie?!—la escucho balbucear algo del otro lado de la línea.— ¡Me dijo que ahora era mi jefe y debía obedecerlo! ¡Y qué había cometido un gran error por confiarme la maldita empresa que yo dirigí durante cuatro malditos años!— me presiono el pecho con el índice.—¡Es un verdadero malagradecido! ¡Un egoísta! ¡Patán! ¡Loco! Y... Y maldición como quisiera darle una paliza con un bat en este mismo instante.Detengo el auto en un semáforo y dejo caer mi frente sobre el volante, suelto aire con frustración y mantengo mis ojos cerrados para apaciguar la ira que aún recorre mi sangre.—Y se lo merece, Ám.—su siempre dulce y calmada voz, resuena por todo el vehículo, ya que tengo el celular conectado al auto.— Se merece cada cosa que quieras hacerle.—asiento dándole toda la razón.— Pero en serio creo que ya deben parar, ya no son los mism
Abril, 27Estaciono el auto frente a la cafetería, tomo mi bolsa, mi celular nuevo de hace tres días, retiro las llaves del auto, abro, salgo y cierro. Son las cinco de la tarde por lo que el sol ya es bastante opaco y pronto el cielo va a oscurecer. Suelto un suspiro y un poco nerviosa empiezo a caminar hacia la entrada de la cafetería que más he visitado en los últimos cuatro años, pues es la que está más cerca de la oficina.Y sí, regresé a la empresa al día siguiente después de haber “Renunciado” era justo esa la razón por la que Damián había estado sonriéndome sin razón alguna aquél día. Sus sonrisitas estúpidas se debían a qué efectivamente quería pedirme algo; los italianos se habían rehusado a seguir con el negocio sí yo ya no estaba en él, por lo qué el rubio se vió en la obligación de convencerlos a quedarse, afirmando que yo regresaría. Me pidió regresar a la empresa mientras comíamos en mi apartamento y aunque estuve tentada a mandarlo a la mierda, acepté.Lo hice, pero no