Varios segundos después, Henry abrió lentamente los ojos.
En el momento en que vio a Estelle, las lágrimas brotaron instantáneamente en sus ojos.
Dijo débilmente, "Tía..."
Henry y Yohan tenían la misma edad. Ambos tenían buen corazón y habían soportado muchas dificultades desde su nacimiento.
Al escuchar la voz débil y ronca de Henry, Estelle sintió una profunda tristeza.
Con cuidado, sostuvo a Henry en sus brazos, secó el agua de su rostro con su manga y lo reconfortó con voz suave, "Estoy aquí. Henry, no tengas miedo."
Henry había estado viviendo en la casa de acogida por un tiempo, y su cabello había crecido.
En ese momento, el cabello mojado de Henry se adhería a su rostro mientras el agua descendía, humedeciendo sus mejillas pálidas como un fantasma. Estelle acababa de secar su rostro, pero ahora sus lágrimas se mezclaban con el agua.
Se veía mucho más delgado que en su último encuentro, con círculos oscuros profundos bajo sus ojos. Nada quedaba del alegre y animado niño que Este