— Si Pierre, debemos hablar.
Así como si nada, volvió su agarre a mí, me llevó por el pasillo hasta la escalera que bajamos con lentitud.
— ¿Te gustaría que hablemos aquí? — Preguntó cuando nos encontrábamos de regreso en la sala.
— De hecho, me gustaría comer algo — Contesté penosa.
Para nada la reacción de Pierre, que enseguida me llevó a la cocina, me sentó en el pequeño comedor delante de la barra y fue a abrir la nevera. «Que sí, eran las cuatro puertas de aluminio delante de nosotros»
— ¿Que se te antoja principessa? — Decía mientras las abría de par en par. — Tengo bananas, fresas, uvas... ¿Tal vez cereales? — Terminó su sonrisa divina.
Parecía un niñito chiquito cuando tiene invitados y ofrece de todo...
¡Que tierno!
Nada más reírme se volteo a verme y una expresión de "¿De que te ríes?" se le situó en la cara.
— Pierre, Hanii, con una banana es más que suficiente. — Le contesté tranquila.
— ¿Hanii? — Repitió el sonreído a la par que sorprendido.