Capítulo 28

Eduardo

 No sé cuánto pasó desde que caí por tierra mirando los ojos llorosos de Isabela, no sé qué ha pasado el tiempo en el que he permanecido inconsciente. Lo único que sé que con el contacto de agua helada sobre mi cuerpo abro los ojos, aturdido, adolorido y… atado a una silla.

— ¿Qué tal romeo? ¿Tuviste un bonito sueño? — Sonríe el sujeto de la navaja lanzándome otro poco de agua bien fría, de su balde viejo — Te estábamos esperando para la fiesta.

Aún no diviso bien el lugar, sacudo un poco la cabeza para despertar y lo primero que ven mis ojos es a Isa, tirada sobre un tapete viejo amordazada y bañada en llanto. Su mochila estaba a un lado y la cámara de video, está en las manos de uno de los dos sujetos que
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