Por Solange.
Mi pequeño me recibió con desconfianza, porque tardé un poco más de lo debido.
- ¿Estuviste con Leandro?
Era eso.
-No, mi cielo, estuve trabajando.
-Pero es de noche.
-Es verdad, pero llegué antes de la hora de la cena.
- ¿Fuiste a Italia?
- ¿A Italia?
-Sí, porque tardaste mucho.
-No mi cielo, para ir y volver de Italia, se necesitan dos días.
Le dije sonriendo.
-Pero las empresas están allá.
-Acá también tenemos empresas, la semana que viene te llevo para que las conozcas.
Supongo que tarde o temprano, todos van a saber sobre la existencia de Dante.
No estoy escondiendo a mi hijo, pero no quiero que el imbécil de Emanuel sepa de su existencia.
Él está casado, tiene un hijo con su esposa, de la misma edad que mi hijo y es tan mala persona, que, si se entera que es el padre de mi hijo, lo despreciaría tanto como lo hace conmigo.
Pero en algún momento se va a enterar de que soy madre, simplemente lo que no tiene que saber es que él es el padre.
-Te cuento que con Ricky somos