CAPITULO 31 PROTEGERLA

Salimos al lago y le pedí. “Cierra los ojos”.

Ella me hizo caso y yo me aleje para que tuviera mejor vista, le grite que los abriera y ella al hacerlo tenía una expresión hermosa de sorpresa, estaba feliz.

Cerca de la casa coloque el letrero de cumpleaños con algunos globos que compre en una tienda en el pueblo. “¡Es increíble Aldo gracias!”.

La ayudé a subir y ella asombrada agradeció la sorpresa que yo le tenía. Tome sus mejillas y sin que ella lo esperara la bese, ¡Dios! Sus labios eran tan deliciosos como me lo imaginaba desde hace años.

Ese fue el día que me di cuenta que nunca podría vivir sin ella.

Tiempo después…

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