Capítulo 75
Avergonzada, bajé la vista.

Me serené y busqué mi toalla, volviendo a cubrirme. Solo así sentí un poco de seguridad.

Carlos ya estaba en la puerta cuando lo llamé. —¿No tienes miedo de que me vengue de Sara?

Carlos se giró, con una sonrisa fría. —Sra. Díaz, nunca has entendido nada de mí.

Lo miré confundida y él continuó: —Cuando un gato atrapa a un ratón, primero juega con él. ¿Alguna vez has visto a un gato temer enojar a un ratón?

—Sra. Díaz, estoy esperando que vengas a suplicarme.

Dicho esto, Carlos dio un portazo y se marchó. Yo solté una risa irónica, me levanté y lo seguí. Mientras él esperaba el ascensor, cambié la clave de la cerradura frente a él. Una vez que la configuré, cerré la puerta con un golpe fuerte.

En los días siguientes, no volví a ver a Carlos. Comencé a frecuentar la comisaría y el Despacho Jurídico Integral. Rechacé cualquier actividad social que me hiciera perder tiempo y me enfoqué completamente en el caso. Si ni siquiera puedo hacer justicia para mí
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