Capítulo 56

Palacios recién me atendió al día siguiente. Él me llamó a mi móvil. Yo estaba con Alondra en la imprenta, viendo y constatando el tiraje del catálogo que nos encargó el hipermercado, cuando de pronto zumbó mi celular.

-Te espero hoy a las tres-, me dijo el jefe de la policía.

Lo encontré, entonces, sirviéndose un café. -Hemos tenido un día muy intenso, Patricia-, me dijo confianzudo. Me senté en una silla confortable, crucé las piernas y arreglé mis pelos. Acomodé mi cartera en el regazo porque tenía una minifalda muy corta.

-Hay una pista-, me anunció, finalmente, Palacios. Mi corazón empezó a tamborilear frenético en el pecho. Apreté los puños y junté los dientes.

-Al tipo que mataron, Gudufredo Jaist, tenía muchas deudas en los casinos-, me dijo riendo irónico.

-¿Casinos? Mi marido no apostaba-, me molesté.

-Rudolph también tenía deudas-, me disparó sin clemencia, en medio del corazón.

Eso no lo sabía. Rudolph apostaba en los casinos y yo ignoraba eso por co
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