—Bien, pero no sé cómo encontraré pruebas.
—En su móvil, su ordenador, su estudio y su caja fuerte, en cualquier lugar privado, podría haber pistas —Emma miró fijamente a Lorena—. Yo te he ayudado y tú me vas a ayudar, Lorena, trabajemos juntas por una vez.
—Bien. —Lorena estuvo de acuerdo.
Ya no confiaba del todo en Polo.
La criada le sirvió el café y se sorprendió al ver que Lorena se secaba las lágrimas. Dejó el café como si nada y fue a informar a Polo.
Emma tomó la caja del regalo y dijo en voz alta a propósito: —¡No te mereces este regalo! ¡Adiós!
Emma le guiñó un ojo a Lorena, luego bajó las escaleras y se fue.
Lorena no pudo calmarse durante un buen rato, se sentó y se dio cuenta de que su pierna, que acababa de golpear el borde de la mesa, estaba un poco roja.
Se frotó la herida y el dolor la hizo gritar de inmediato.
«¿Cómo está viviendo mi familia este tiempo?»
Polo regresó a la villa inmediatamente después de saber la noticia.
Estaba un poco ojeroso, podía ser qu