Giovanni estaba perdido en sus pensamientos mientras conducía hacia el cementerio. Habían aterrizado el día anterior por la noche y habían dormido en casa de sus padres, ya no se sentía tan raro llamar así a Regina y Domenico.
Mia viajaba a su lado, tal y como había prometido que haría.
El último par de meses había transcurrido demasiado rápido. Estaban a nada del día de su boda y habían estado demasiado ocupados con los preparativos durante las últimas semanas. Aunque eran su suegra y su mamá Regina quienes se estaban encargando de casi todo, había cosas que ellos habían decidido hacer y otras de las que no podían escapar.
Mia le había sugerido que aprovecharan ese fin de semana como modo de escapar de todo y tomarse un descanso. Giovanni había aceptado de inmediato, sobre todo porque quería que su novia se tomara un respiro. Estaba embarazada y no quería que se extenuara demasiado.
—¿Cómo te sientes? —preguntó ella sacándolo de sus cavilaciones.