Capítulo 97: Secuaz del señor Martín.
Las palabras se me atoraron en la garganta. El hombre me miró con una sonrisa despampanante. Era el mismo hombre de la habitación de tortura, el empleado del señor Martín. Y el mismo hombre que me fracturó el dedo.
―Mira a quien tenemos por aquí. ¡Qué sorpresa! ―Me tomó de la muñeca y solté un chillido ahogado.
Pensé que me la rompería. No podía verlo sin pensar en su persona sobre mí, rompiendo mi dedo, amenazando con cortarlo. Tenía sujeta la misma extremidad que acababa de ser curada.
―Divarios ―susurré.
Pese a la sonrisa cálida que me ofrecía, sus ojos carecían de vida, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo hace muchos años y solo fuera un cascarón vacío cuya única misión era cumplir órdenes.
―Vaya, te acuerdas de mí.
«Creo que nunca podré olvidarte, lastimosamente».
Traté de zafarme de su agarre, pero fue inútil.
Levantó mi brazo, observando la cicatriz rosácea que adornaba mi antebrazo. Pasó la yema de sus dedos y sentí un escalofrío, como si millones de agu