Dentro de la sala, Saúl ve cómo comienza a salir belladona en humo por las rendijas.

—¡Hay que tapar las rendijas!

—¡Ahhh! —se queda Henry, tocando la rendija de plata.

—¡Rápido! ¡Ayuden a voltear la mesa! —grita Raphael.

Colocan la mesa gigante en todo el lado izquierdo de la sala, contra el suelo, tapando las rendijas mientras Raphael y Henry la mantienen con fuerza en su lugar.

El humo sigue adentrándose por el lado derecho, así que Saúl y Sebastian comienzan a romper las patas de la silla para usar los asientos, pero el humo ya se ha colado.

Saúl busca la forma de escapar, pero la belladona y estar encerrados en una caja de plata comienzan a hacerle efectos.

Henry toma su teléfono para llamar a su hermano pero no hay señal.

Los cuatro batallan para no desmayarse, sus lobos aullando, pidiéndoles no rendirse, pero de repente, del techo aparecen dos rociadores de humo con acónito, volviéndolos más vulnerables.

Del otro lado del pasillo, cuando uno de los hombres de Jay saca un arma p