Una tarde, Sonia le había contado al Senador todo; como su cuerpo había sido mancillado, y como el abogado del abuelo de su hijo trato de comprar su silencio. Y con sollozos entre cortados declaro:
-no lo odio, pero no desearía que se me acercara de nuevo, jamás.
-y si él de rodillas te pidiera perdón, e hiciera hasta lo imposible porque lo perdonaras, que harías? - le pregunto el senador.
-la verdad, es que no lo sé, aún cierro los ojos y lo veo; esos ojos grises, que me miraban con ira, furia, deseo y lujuria, no sé lo que haría. – contesto ella.
-y si pasado un tiempo, él deseara casarse contigo, porque el haberle hecho daño a una bella criatura como tú, lo hubiera cambiado? – quiso saber el Senador.
-yo espero, en verdad que lo q