Capítulo treinta y siete. Promesas
Amber sonrió ante las palabras de Thiago y no pudo más que sentirse mucho más enamorada y arrepentida por su proceder.
Ese mismo día Amber volvió a ocupar su puesto como asistente de Thiago y volvió a perderse en la oficina unas cuantas veces al día.
—¿Qué fue lo que pasó aquí? —preguntó Lucero frunciendo el ceño.
—¿Qué pasó, de qué? —Amber prestó atención a su compañera.
—Nicky fue trasladada a contabilidad y tú estás de regreso con nosotros. ¿El jefe y ella ya no son nada?
Amber se puso de pie lentamente y sin apartar la mirada de Lucero dijo:
—Nunca fueron nada. De hecho, ya él contrató el servicio de un experto en informática para bajar esas falsas noticias de la red y también llamó a su abogado para interponer una demanda por calumnia.
—Entonces, ¿no eran nada? —volvió a preguntar y su rostro era un poema de decepción.
—Nada —respondió Amber.
—¡No puede ser! —dijo con frustración—. Aunque te confieso que me gustas mucho más para nuestro jefe —soltó Lucero.
—¿Qué?
—Eres