Por Antonella.
Ya no era el amante casi depravado que se llevaba el mundo por delante y me hacía sentir mujer como nunca lo soy en otros brazos.
Pía era su realidad y pareciera que a él le pesaba.
-Cambia mi vida cuando estás a mi lado.
-Vos elegís siempre a Pía.
Le reprocho sin poder evitarlo.
-Estoy harto de Pía pero no puedo disolver la sociedad con Jorge, cuando resuelva eso, la dejo.
-Esa noche en el campo no pareció que quisieras resolver nada, ni dejarla.
-Vos sos actriz, pero yo puedo actuar.
-Ya me reconociste que esa noche le hiciste el amor.
Se calla la boca, porque no tiene excusas.
Le serví un café en silencio y al mío le agregue un chorrito de leche.
Fabrizio lo toma de a sorbos, ensimismado.
Yo, esperando que se enfríe mi café, me levanto y abro la ventana de la cocina.
No termino de entender porqué le cuesta terminar con esa sociedad que evidentemente y a pesar de mi reproche, lo tiene a mal traer.
No es el hombre relajado que anoche fue mi amante.
Encendió un cigarr