Capítulo 8: Mi Ladrona

El silencio es brutal e incómodo para Archie, ver a su jefe mirar fijamente por la ventanilla, ignorando todos los esfuerzos de Freya en iniciar una conversación, le da bastante pena. La chica es dulce, alegre y ocurrente, si no conociera a la perfección a su jefe diría que realmente no le interesa, pero esa manera de actuar no dice más que lo mucho que está sintiendo por ella.

―Cuando lleguemos no quiero que digas una sola palabra. ―Freya lo miró, ya se había dado por vencida. ―Deja que el doctor hable todo lo que quiera y después saldremos de ese lugar, ¿Lo entiendes? ―El ceño fruncido de Freya no le gustó. ―Si entablas conversación con el doctor, si le haces preguntas estúpid4s, si me desobedeces, juro por Dios que te vas a arrepentir. ―Freya miró a Archie, pero no recibió nada a cambio, así que decidió no llevarle la contraria al amargado a su lado.

―Caballeros, hora de ayudar al jefe. ―Gordon y Donald bajaron del auto para ayudar a su jefe a llegar a la silla de ruedas. Una vez
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