Diana Rodrigues
Llevamos nuestras maletas nosotros mismos, no podíamos ser reconocidos. Me puse gafas de sol, un sombrero y un pañuelo, ya que estábamos por la mañana. Me sentía como una actriz de cine. José se puso ropa diferente a la que estaba acostumbrado, junto con una gorra y gafas. Nos esperaba un guardia de seguridad y bajamos juntos por el ascensor. Cualquiera que nos viera nunca diría que éramos los mismos empleados del hotel. En una planta cualquiera, el ascensor abre sus puertas y Sirlene entra y me mira. Bajo la cabeza y Jose se esconde detrás del guardia de seguridad. Ella abre una sonrisa mostrándole todos los dientes. Luego se mira en el espejo y guarda su pintalabios, que está en el pequeño bolsillo de su uniforme.
"¿Te vas?" - le pregunta.
"Sí" - Joseph pone una voz diferente, ridícula.
"¿Te ha gustado el alojamiento? Es muy importante para nosotros saber si los clientes están bien atendidos."
"Claro, ha sido perfecto como siempre, y da las gracias al personal ya que