Daphne
Bonnie sigue quejándose a mis espaldas del dolor, me preocupa que de verdad se le vaya a adelantar el parto. El desgraciado hombre frente a mí está llamando a James mientras me mira con sorna.
Lo odio.
Si alguna vez tengo que desarrollar ese sentimiento, sin duda es contra este sujeto. Lo escucho burlarse de su supuesta gran hazaña y amenazar a James por el teléfono.
—Tú sabes qué es lo que quiero. Ven con los papeles de la isla, listos para firmar, y a tu linda esposita no le pasará nada.
Rechino los dientes al escuchar eso. No me gusta la posición de víctima y damisela en peligro en la que me está poniendo. No quiero pensar que soy, de alguna forma, la debilidad de James.
No me sorprendería que lo mandara al mismísimo demonio y no haga nada por mí, después de todo, aún no olvido los motivos que me trajeron hasta aquí: él piensa que yo soy una traidora y una tramposa, capaz de las peores cosas para conseguir sus objetivos.
Sé que le importa nuestro hijo en el vientre, pero no