Capítulo 36. Tendrás que salir de mi harén.
Hubo silencio cuando entré al gimnasio de duela y miré hacia donde tenían colchonetas para practicar. Enseguida localicé a Damián y confieso que moví un poco extra mis caderas al acercarme a él. Era una clase exclusivamente para chicos, por lo que pude ver, y me sentí muy halagada cuando todos pusieron sus ojos en mí.
-Hola Damián. - Dije dándole una sonrisa coqueta.
-Hola Dalila. - Dijo dándome una cálida sonrisa amable. - ¿Qué te trae a este humilde recinto lleno de sudor y olor corporal masculino? ¿Estás perdida?
Eran al menos unos 10 chicos y todos habían dejado de hacer lo que sea que estuvieran haciendo para mirarme y poner atención a nuestro intercambio. Yo le hice un pequeño puchero.
-Te extrañé, pensé que tú también me habías extrañado.
Damián me regalo otra sonrisa, esta vez con hoyuelos y casi me desmayo.
-Claro que te extrañé, pero en este momento me encuentro enseñando cuerpo a cuerpo a los cachorros. ¿No tienes alguna clase en la que estar?
- ¿Estás tratando de ale