Capítulo 53. Fugaz

―¿Qué tratas de hacer?

Albert la regresó a su habitación, los demás sirvientes no los habían seguido. Nadie tendría el coraje.

―¡Suéltame! ―le gritó Norah mientras le quitaba la mano. ―Y no intento hacer nada, solo quería que tu amiga se quedara en el castillo, dada su condición, sería contraproducente que salga con la pierna lastimada. Sería mejor que se recupere aquí, ¿no lo cree, milord?

Cruzó los brazos, no sabía porque estaba tan irritada. Pero las palabras que parecían expresar preocupación por esa mujer de parte de su esposo, la hacían irritar.

Albert frunció el ceño, y de repente una extraña idea se le ocurrió. Lo hizo sonreír verla con las mejillas coloradas. ―Estas celosa.

No era una pregunta.

Norah se volteó con los ojos bien abiertos y con los puños bien apretados. ―Milord, yo no me atrevería a estar…

―Sí lo estás, no puedes negarlo, Norah.

El hombre se acercó a ella y la tomó de la cintura, rodeándola con f

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