Norah seguía mirando por la ventana, sorprendida por el hermoso atardecer, ya sería noche cuando cruzaran las puertas del Ducado y salieran del territorio de la familia Bailler.
Por otra parte, la mujer de ojos esmeralda aún no podía creer que la Duquesa no tenía ni un ápice de enojo o curiosidad hacia ella.
«¿Crees que eres mejor que yo?»
Se dio la vuelta y se subió al carruaje de atrás. Mandó a su sirvienta a uno de los carruajes ocupados solo para los sirvientes, mientras hacia espacio para el Duque. Sabía que solo había otro lugar disponible y sería para él.
Esperó para darle una lección a esa mujer.
Entonces las puertas se volvieron a abrir, Adrián y Marcus caminaban como escoltas y con ropa de viaje detrás del Duque.
Los caballeros alrededor se alinearon al frente y saludaron. Albert los mando a sus labores al mismo tiempo que Adrián se despedía para montar su caballo y moverse hacia el frente con un grupo de caballeros esperándo