El hombre tiró a Norah al suelo cuando la llama se extendió hasta subir por su espalda. Sin embargo, no parecía tan alarmado y solo se quitó la capa para tirarla al suelo.
Norah se dio la vuelta para tratar de levantarse y correr, pero cuando vio al hombre, se quedó quieta. La capa que ocultaba su cabello plateado, sus ojos color zafiro y su cuerpo alto y fornido, se había consumido por completo con el fuego azul.
―¿Quién eres?
Norah nunca había visto un color de cabello semejante que no fuera el de ella o el de su padre.
―No es necesario que sepas, pero debes venir conmigo.
―¿Por qué?
―Porque