Capítulo316
Cuando salieron del auditorio, Jimena, como cuando era niña, sostenía firmemente la mano de Alejandro y le hablaba al oído sobre sus experiencias en el extranjero, expresando cuánto lo había extrañado y charlando sin cesar.

Lo único que había cambiado desde su infancia era que antes solía sostener la mano de Rodrigo con la izquierda y la de Alejandro con la derecha. Pero ahora, Rodrigo estaba cargando el bolso de Jimena y ella ya lo había olvidado por completo. Su corazón estaba completamente volcado en Alejandro.

Rodrigo seguía detrás de ellos, con un gesto triste en su rostro.

Clara lo rechazó, su hermana lo ignoró y Rodrigo, un gran mujeriego de la Ciudad de México empezaba a dudar de sí mismo.

Cuando llegaron al estacionamiento, Alejandro se detuvo abruptamente, respirando profundamente. Retiró su mano de la palma de Jimena con firmeza, pero con suavidad.

—¿Alejandro? ¿Qué pasa? —preguntó Jimena con una mirada inocente, parpadeando , mientras su pequeña mano quedaba suspendida en e
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