El imperio empresarial del grupo Rodríguez, en comparación con el bullicio y la modernidad de la ciudad de México, se destacaba entre uno de los grandes rascacielos de la metrópolis, solo por debajo del emporio empresarial de los Hernández.
Decenas de rascacielos de acero y cemento, con miles de habitaciones en total. Rodrigo no podía evitar siquiera pensar que su amada Noa podría estar encerrada en alguna de esas habitaciones secretas, sufriendo quién sabe qué tipo de cruel tortura y abuso.
Rodrigo sintió cómo sus dedos comenzaban a temblar violentamente, una agonía desgarradora recorría cada nervio de su cuerpo, como si mil cuchillos afilados estuvieran torturando y quemando su corazón casi desmoronado por completo.
Walter había escondido muy bien a Noa en algún lugar, quería ocultar a la mujer más amada de Rodrigo, causarle un dolor insoportable, encender su ira y su odio total al máximo.
Pero lo que más le desconcertaba era cómo Luisana, siendo tan hábil y astuta como era, no tend