Capítulo1789
—Osito, mi osito—murmuró.

En la asfixiante oscuridad, Noa se acurrucó con miedo contra la fría pared, temblando mientras abrazaba sus rodillas.

El hombre le había quitado su osito, como si le hubiera arrebatado su alma. Sin él, sentía que el mundo entero se desmoronaba en mil pedazos.

—Rodrigo, ¿dónde estás? Por favor, ven a rescatarme—su voz sonaba inusualmente solitaria y vacía en la habitación silenciosa.

De repente, todas las luces de la habitación se encendieron. La luz blanca brillante perforó la fuerte opresión de la oscuridad, proyectando así sombras distorsionadas. Noa cerró los ojos instintivamente, tratando de escapar de la repentina luz deslumbrante.

Los brillantes focos de luz blanca golpearon el pálido rostro de Noa, como interrogatorios, provocando su mente al borde del colapso total. Sus ojos le dolían por la luz, y todo frente a ella se volvía muy borroso y distorsionado.

—Tengo miedo, Rodrigo, tengo muchísimo miedo—las lágrimas fluían incesantemente entre los párpados
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