Mi cabeza estaba sobre su hombro, mientras veíamos al resto bailar. Mi corazón se sentía frágil.
-¿Te quieres ir? -pregunté al notar su silencio.
-Jamás te dejaré sola, quiero que lo recuerdes, pero si estas aburrida justo ahora, no dudaré en sacarte de aquí.
-La verdad si-confesé, me incorporé.
-Entonces vámonos-inquirió. Nos pusimos en pie.
-Iré a buscar a mamá -dije. Él asintió.
-Yo quiero ir a esa fuente de chocolate antes, -miró en dirección a la mesa donde se encontraba.
Me reí-No tienes remedio.
-Dijiste que así me querrías-tiró de mi mano que sostenía acercándome a él.
-Y no he retirado mi palabra.
-Entonces te veré después, a menos que tengas que venir por mí -bromeó.
-Espero que