60. Caos
Emanuele siente sus manos temblar y sudar al instante.
"¿Qué?!"
La mujer con falda larga y blusa cerrada está tan pálida que podría ser confundida con una estatua. Grita una vez más:
"Sí, ¡tú mataste a la pobre señora Margareth!"
Al escuchar el maldito nombre, Emanuele casi grita de frustración y odio, pero la confusión y el dolor son mucho mayores. Carlos interviene:
"¿Qué está pasando aquí?"
La desconocida frunce el ceño hacia el chico, explicando:
"Hace algunos meses, la hija de la señora Margareth se fue para siempre de Porto Feliz. Abandonó a la pobre anciana en casa, sin nadie que la cuidara... Hasta que hace dos semanas regresó para hacer lo que no pudo hacer el día que partió, matar a su propia madre".
Esa historia es tan absurda, delirante y llena de agujeros que todo lo que Emanuele puede verbalizar es:
"¿Acaso escuchas las cosas que dices?"
La mujer se asusta por el tono de la chica, sosteniendo la biblia como si fuera un escudo. Carlos dice:
"¿Cómo crees que ella mató a al