Capítulo 2

Narra David De María

Moví mi auto sin ninguna dificultad, afortunadamente no le había pasado nada, lo estacioné en una orilla de la calle dónde no estorbara el paso. Ella se subió al suyo a hacer lo mismo, pero al ver que no lo podía poner en marcha, le ayudé a empujarlo y moverlo justo delante del mío. 

Ella seguía llorando y maldiciendo, en una mezcla de enojo y desesperación, lo que nunca había visto todo junto en una mujer en tan poco tiempo. Me preocupó, no sabía cómo acercarme para consolarla y de seguro era capaz de golpearme, yo no me acerqué, no era mi intensión comprobarlo, se le notaba que era de armas tomar, espere a que se le pasara. Se detuvo al frente mío, estaba listo para lo que pudiera suceder, me señaló.

—Mi papá me va a matar por tu culpa, el auto no tiene ni un mes y vienes tú y lo matas, de seguro es daño total.

Ella sacó su móvil y se puso a hacer llamadas, no sabía a quién le llamaba, pero me di cuenta que no fue a su papá al que llamó primero, me estaba comiendo la curiosidad.

—Hola, Julio, acabo de sufrir un accidente, ya estaba por llegar y un imbécil me golpeo por la parte de atrás, el auto quedo todo destrozado, no sé ni que le voy a decir a mi papá. 

Escuchó lo que la otra persona le decía, me supongo que estaba tratando de tranquilizarla, empezó a caminar de un lado para otro, me impacientaba no poder ayudarla a que se calmara, cómo pude ser tan descuidado y no frenar a tiempo, me recriminaba aun sabiendo que la culpa no la tuve yo.

—No, no es necesario que vengas, voy a llamar a mi papá.

Colgó la llamada después de tranquilizar a la persona a la que había llamado, ¿Ese tal Julio, sería su novio? se escuchaba impaciente, tal vez estaba llegando tarde a su cita o quizás ya no iba a poder llegar y por eso lo estaba tranquilizando, hizo una siguiente llamada y esta vez sí era a su padre, no es que estuviera de cotilla, simplemente podía oír su voz desde el lugar donde me encontraba, que no estaba tan alejado, pero le daba un poco de privacidad.

—Papi, un imbécil me chocó el coche y ni siquiera lo podía mover, desde ahora te digo que es daño total, tienes que venir, ya voy a llamar a los del seguro y por favor apúrate, porque no quiero estar a solas con un delincuente.

Que me llamara imbécil y delincuente, no me había gustado para nada, no tenía por qué insultarme, me parecía una tía demasiado agresiva. Me fui para otro lado en lo que ella terminaba de hablar con su padre y yo procedí a hacer lo mismo llamando a mi madre para informar lo que había pasado. 

—Hola madre, ¿Cómo estás? no voy a poder llegar a tiempo o más bien, no voy a llegar.

— ¿Qué pasó hijo? te noto preocupado.

—Acabo de tener un pequeño accidente.

Quise minimizar la magnitud del incidente, no la quería inquietar, por lo que veía el auto pasaría a clasificar como daño total.

— ¿Te encuentras bien? ¿Y la otra persona?

Mi madre se preocupaba por todos, era algo que había aprendido de ella, no importaban las circunstancias que se presentaran, el bienestar de todos era lo más importante.

—Estamos bien, madre, solo le pegué a la parte trasera.

Solo cuando llegara se daría cuanta que no era para nada pequeño, eso saldría muy caro, si no fue daño total por lo menos se llevaría un largo rato en el taller mecánico o de plano no tendría compostura.

—Dame la dirección y en unos minutos estoy ahí.

Sí, mi madre no era el tipo de personas a las que les tenías que decir, para que hiciera las cosas, ella reaccionaba al minuto siguiente.

—Gracias, madre.

—Te quiero, hijo.

—Y yo a ti.

Le mando un mensaje con la dirección donde nos encontramos, lo bueno es que no está lejos del restaurante donde nos citamos, espero que no se preocupe demasiado.

Ambos llamamos a nuestros respectivos seguros quienes llegaron al lugar junto con los agentes de tránsito. Ella estaba tan nerviosa que no encontraba ni su permiso de conducir, comprobando lo que pensaba que era menor que yo. Luego de que se hizo el análisis de lo ocurrido, los seguros de nuestros autos llegaron a la conclusión de que no nos pagarían por los daños al haber movido los autos de la escena del choque, no importándoles que era necesario moverlos porque los demás autos no podían pasar. 

Eso me hizo sentir muy mal, al ver cómo esa hermosa chica se descompuso totalmente al escuchar aquello. Entonces la estudié bien, llevaba su hermoso cabello suelto y lacio únicamente detenido por una tiara, vestía un conjunto deportivo de toalla y llevaba unas zapatillas de piso color gris, a pesar de vestir simple se veía realmente hermosa. Decidí entonces hacer lo que desde un principio debí hacer. Me acerqué a ella, esperando poder dialogar un poco.

—Escucha, yo sé que te he hecho daño, pero quiero que sepas que yo personalmente pagaré por todo – Manifesté lo más calmado que pude – Soy David De María Ramírez y aunque sea en estas circunstancias, es un gusto conocerla señorita – Le di mi mano y ella de mala gana me la estrechó para retirarla después con prisa, como si mi contacto le produjera algo indeseable.

—No puedo yo decir lo mismo y claro que me pagarás por todo, no creas que esto se quedará así– Aseguró ella sin dejar de llorar y de temblar, por los nervios.

Estaba congelado mirándola y con ganas de abrazarla ahí mismo, sentía impotencia de no poder ayudarla, se veía tan pequeña y desprotegida, mi corazón se sentía atraído hacía ella, como si algo más fuerte que yo me empujara, estaba a punto de hacerlo cuando mi madre llegó para ayudarnos a resolver la situación. A los pocos minutos también llegó el padre de ella.

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