Narra Alondra Ferreyra
Escuchaba a mi David hablarme, pero era inútil, no podía abrir los ojos o no sé, lo que estaba pasando. Luego de un rato, no sólo escuchaba a David, también escuchaba a Carmen y ella estaba muy preocupada por mí y cuando por fin pude abrir los ojos, ambos me miraban preocupados y me tenían oliendo alcohol y mis pies estaban en alto, tenía trapos en la cabeza y no sé qué más.
–Alondra, ya has despertado mi consentida – David me dio un beso en la mano – Estoy preocupado, mi princesa porque te desmayaste.
No entendía que era lo que pasaba, solo estaba dormida y me despierto con todo esto y ellos con cara de espanto.
–Alondra, todo esto, no me está gustando hija – Me dijo Carmen –Tengo que avisar a Manuelito, a tú padre.
Si de él precisamente salí huyendo de la casa, me va a impedir seguir viendo a David, pues mejor hubiera sido, que lo dejara pasar hoy, cuando fue a la casa, que afán de estar complicando las cosas.
–No Carmen, no por favor. No quiero que lo hagas