Nina
Después de que Enzo me dejara en casa, subí las escaleras y me fui directamente a la cama.
Esa noche soñé con Enzo. En los sueños, no era un simple humano, sino un enorme lobo de pelaje plateado y ojos rojos. Me sentaba en su espalda mientras él caminaba por el bosque, con los dedos enredados en su pelaje. Sentía algo reconfortante.
Cuando me desperté a la mañana siguiente, ¡me di cuenta de que no sonó mi alarma!
Salté de la cama, maldiciendo, y me puse lo primero que encontré en el armario, me peiné sin ni siquiera hacerme una trenza y me cepillé los dientes antes de salir corriendo del dormitorio y bajar las escaleras con el pelo suelto.
Unos minutos más tarde, irrumpí en clase completamente sin aliento.
El profesor enarcó una ceja y varios alumnos se giraron para ver a qué venía tanto alboroto.
"Lo siento", murmuré, abriéndome paso a través de una fila de pupitres hasta encontrar asiento junto a Jessica, que me guardaba mi puesto habitual. Me fulminó con la mirada