—Ey ¿qué ocurrió? — cuestionó Leia cuando él la soltó un momento e ingresó al pequeño cuarto de los vestidores, para segundos más tarde salir con su maleta al hombro. —¿Caleb? — volvió a nombrarlo y lo veía claramente molesto, todavía sin voltearla a ver. También se molestó —¡Basta ya! — habló y se tiró para soltarse.
La fría y molesta mirada azulina se clavó en ella en ese momento —vámonos, Leia— habló amenazante.
—¿Qué demonios ocurre? — cuestionó ya molesta. Caleb estaba tratándola como un simple bulto.
—¿Qué ocurre? — devolvió del mismo modo y se acercó, haciéndola retroceder —que deberías dejar de mostrar tu estupidez en público — escupió por fin al golpear su palma contra la pared, acorralándola.
—¿Qué? — mencionó nerviosa.
—Que yo soy tu maldito novio, y deja de estar apoyando a aquel imbécil como si él lo fuera — le gritó y volvió a tomarla de la mano para sacar