Casi llegando al último escalón me voy encontrando con la madre de Adal, ¡esa señora no duerme!
Me toca, no puedo retroceder, ya que ella me ha visto y me espera con los brazos cruzados, hmmm, y no se diga con esa sonrisa de oreja a oreja.
Apresure a bajar los escalones y con las piernas temblorosas me acerco a ella, no tanto porque no me he lenguaje vocal y no se diga de mi cabello, ya me imagino, debo parecerme a una yegua revolcada.
Ella me pregunta cómo dormí y si voy a desayunar, a lo que me llevo contestarle rápido que no podré quedarme, que necesito correr a mi casa para ducharme y ponerme ropa limpia, pero que en un par de horas volvería por mi pequeño y la niñera.
Ella negó con la cabeza y en un susurro me dijo que todo lo que decía eran puras excusa, que me entiende por qué es normal lo que siento y el miedo que constantemente hace recordar el pasado, así que es bueno que vaya a darme un respiro, pero que recuerde que todos somos su familia y que está vez nadie está dispuest